jueves, 4 de febrero de 2010

LA PARTICIPACIÓN ¿UNA ALTERNATIVA A LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL?

LA PARTICIPACIÓN

¿UN ALTERNATIVA A LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL?
Pedro Abellán Artacho
María Teresa Cuesta Sahuquillo
Agoney González Rodríguez
Marisol Rojas López
Eloísa Suárez López-Zuriaga

ÍNDICE

· PRÓLOGO P. 3

· BLOQUE I: LAS COOPERATIVAS P. 6

1.- INTRODUCCIÓN: ORÍGEN Y PRINCIPIOS P. 6
2.- ASPECTOS DESCRIPTIVOS P. 9
3.- EL GRUPO MONDRAGÓN Y EROSKI P. 15
5.- UN ANÁLISIS DE LIMITACIONES Y OPORTUNIDADES P. 23

· BLOQUE II: LOS PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS P. 38

1.- ORIGEN Y CAUSAS P. 38
2.- DEFINICIÓN P. 42
3.- ESTUDIO DE CASO: PORTO ALEGRE P. 44
4.- ANÁLISIS Y LIMITACIONES P. 56

· CONCLUSIONES P.59

1.- LA PARTICIPACIÓN COMO ALTERNATIVA P. 59
2.- EL MÉTODO DE TRABAJO P. 67

BIBLIOGRAFÍA P. 72



PRÓLOGO


Este trabajo tiene como objetivo abordar la dimensión participativa desde dos perspectivas complementarias: por un lado, la del ámbito privado y por otro, la del ámbito público.
Cuando empezamos a debatir sobre el tema a tratar surgieron muy diferentes propuestas: el peso de las farmacéuticas en la economía global, el papel de la ciudadanía en la globalización, el BRIC, los intereses económicos de la Guerra de Afganistán y, finalmente, las cooperativas y los presupuestos participativos. Todos interesaban y el debate era intenso, aunque conseguimos reducirlo a la disyuntiva entre presupuestos participativos o cooperativas.
Al no llegar a un acuerdo entre los cinco miembros del grupo, descubrimos la posibilidad de hacer ambos temas, pues ambos comparten un denominador común: la participación. Una vez terminado, no nos extraña que finalmente eligiéramos dicho objeto de estudio. Y es que, una y otra vez, los estudiantes de nuestra Facultad criticamos la escasa participación que existe en todos los ámbitos, tanto en lo académico como a la hora de tomar decisiones que nos afectan a todos. Partiendo de esta ausencia, quisimos saber si la participación es posible sin caer en decepciones o es más bien una utopía. Sin darnos cuenta, ya teníamos una hipótesis; a partir de ahí empezaron las preguntas a las que intentamos dar respuesta en este trabajo.
Pero hay más. Todos somos conscientes del rumbo que ha llevado la globalización hasta ahora y de cómo esto ha derivado en la crisis que ahora nos azota, y albergamos el deseo de un mundo mejor. Creemos que otro mundo es posible. Dado que estamos atravesando una grave recesión económica – fruto de la crisis de todo un modelo – consideramos que este trabajo es de total actualidad. Una vez desacreditados tanto el modelo económico ultraliberal, como el que representaba la URSS, ha llegado la hora de encontrar nuevas salidas. Por eso, creemos que en lugar de hablar de manos invisibles del mercado que todo lo solucionan, o de intervenciones estatales que regulan economías olvidando al ser humano, es momento de pensar que las comunidades pueden llegar a autoorganizarse. No en vano, conocen mejor que nadie sus propias necesidades. Sin embargo, los presupuestos participativos siguen siendo por desgracia un modelo minoritario y de escasa implantación; y en el caso de las cooperativas, vemos que pese a su antigüedad y presencia en la economía, son unas grandes ignoradas. Aproximarnos a estos fenómenos es una forma de apoyarlos, buscando ejemplos positivos, viables y que dan esperanza para un modelo alternativo de organización.
En el presente trabajo, más que simplemente un proceso inductivo, hemos pretendido también realizar un profundo análisis de datos secundarios, recopilando las fundadas opiniones de autores expertos en este campo. Este proceso nos ha servido a nosotros, tal y como puede servir al lector, para conocer el fenómeno de la participación en lo público y lo privado, sus luces y sombras, sus potencialidades y sus debilidades. En nuestra opinión, una vez hecho el balance, la lectura de estas páginas puede ser una fuente de ánimos para todos aquellos que somos conscientes de las ventajas de participar; de hacernos más responsables de las decisiones en nuestra comunidad o en nuestra empresa. Pero también una forma de tomar conciencia de las dificultades del camino, que habrá que superar sobre la marcha.
El trabajo está dividido en dos bloques, cada uno correspondiente a uno de los temas que ya hemos citado. Para empezar a acercarnos a las cooperativas, y tras una introducción en la que se exponen las tres crisis que dan sentido a la alternativa cooperativa y sus principios básicos, emprendemos una descripción general del fenómeno, base para la inducción. Entre otros, exponemos el amplio abanico de la tipología de cooperativas así como algunos aspectos jurídicos de interés. A continuación, nos acercamos al caso concreto del Grupo Mondragón –y con más detalle, a Eroski-, de donde conseguimos extraer algunas conclusiones que más adelante enlazan con la parte más analítica. Será ahí dónde, con un carácter más deductivo, basándonos en la bibliografía, evaluaremos las posibilidades de éxito del modelo corporativo, así como sus mayores debilidades.
En la parte dedicada a los presupuestos participativos veremos, con la misma estructura, si estos son una alternativa a la actual gestión de los recursos con posibilidad de ser extendido a las demás administraciones. Para empezar, hablaremos de los orígenes y las causas, tanto económicas como políticas, que llevan al desarrollo del proyecto del presupuesto participativo. Después expondremos la definición del concepto que nos ocupa para luego dar paso al estudio del caso paradigmático de Porto Alegre, que encuentra sus orígenes en las movilizaciones sociales en pro a la democracia brasileña y en particular a las tendencias de democracia participativa que cuajan en Porto Alegre. A continuación, estudiamos las instituciones emergentes tras dichas movilizaciones y sus mecanismos de funcionamiento. Para concluir, haremos un análisis de los efectos y también de las limitaciones que acechan al proyecto de los presupuestos participativos
Este trabajo, como después expondremos con más detalle, se ha basado en el trabajo en grupo. Por eso no hay un nombre que encabece cada parte. Aunque cada uno se haya especializado en uno de los temas, todos hemos aportado a cada rincón del texto que presentamos, ya fuera corrigiendo erratas, proporcionando resúmenes de bibliografía o dando ideas propias. Para esto, la organización -la utilización de un método- ha sido de gran ayuda. Y, aunque somos conscientes de no haber aprovechado al máximo su potencial, precisamente esa consciencia es la que nos ayudará en un futuro a no cometer los mismos errores. Trataremos las cuestiones metodológicas en la conclusión, para ver en qué podemos mejorar, pero también qué ha funcionado satisfactoriamente.
Finalmente, queremos dar las gracias -primero y por delante de todo- a los compañeros, a nosotros mismos. Esto es un trabajo realmente de grupo, donde se han generado relaciones no mecánicas, teniendo que enfrentar muchas veces nuestras fobias, pero siempre disfrutando de nuestras filias. Al final, la empatía ganaba terreno para comprender nuestras dificultades, circunstancias, distancias geográficas y temporales -por no contar con las pequeñas obsesiones y demás rarezas- que, finalmente, se convirtieron en entrañables. En definitiva: agradecemos recobrar nuestra humanidad y el proceso de conocernos a nosotros mismos trabajando en común.
Dicho todo esto, sería obsceno no recordar a quien nos “obligó” ha hacer este trabajo; quien nos ha metido en esta fantástica aventura que, vista desde el final, resultó apasionante y didáctica. Gracias, Profesor Carballo, por la valentía de ser distinto.


BLOQUE I:
LAS COOPERATIVAS

1. INTRODUCCIÓN: ORÍGEN Y PRINCIPIOS

LA COOPERATIVA COMO RESULTADO DE TRES CRISIS SUCESIVAS

El surgimiento de las cooperativas como tales se debe a tres crisis paralelas: la crisis de la empresa autoritaria, la crisis de la empresa irresponsable y la crisis de la empresa aislada.
La empresa autoritaria ha sido el modelo de la fábrica, entendida como el prototipo de la empresa capitalista característica de la Revolución Industrial. Esta empresa se caracterizaba por utilizar sistemas organizativos típicos de otras organizaciones autoritarias tradicionales: el ejército, el monasterio y la familia. (GARCIA-VIA-XIRINACS, p.64). Es decir, priman valores como la sumisión jerárquica, la disciplina y la obediencia ciega. En este contexto, la OCT [1] de Taylor y, posteriormente la de Ford, supuso privar a los obreros de toda iniciativa en el trabajo. Es decir los obreros no debían pensar. De hecho, lo que se pretendía era evitar la siguiente lógica: si los trabajadores son capaces de hacer funcionar una fábrica por sí mismos, son capaces de gobernar la sociedad entera.
La empresa irresponsable nunca se ha hecho responsable de las consecuencias de sus acciones. Milton Friedman dijo en 1971 “La única responsabilidad social de los empresarios es producir beneficios para los accionistas”. Algo similar dijo Al Capone “Mis negocios se llevan con principios estrictamente norteamericanos (…) el sistema norteamericano da a cada uno de nosotros una gran oportunidad: tan sólo tenemos que tomarla con las dos manos y sacarle todo cuanto podamos”. [2] Este tipo de empresa ha entrado en crisis con la constatación de los desastres ecológicos o con la utilización de trabajo infantil.
Y por último, existe la crisis de la empresa aislada, única, autosuficiente y que compite contra todo el mundo. Ese tipo de empresa pierde protagonismo a favor de redes y alianzas estratégicas, aunque esa cooperación sea una estrategia para triunfar sobre la competencia.

LOS PRINCIPIOS COOPERATIVOS

Los principios cooperativos constituyen las reglas básicas de funcionamiento de estas organizaciones. La Alianza Cooperativa Internacional (ACI) es la organización internacional que desde el año 1985 aglutina y promueve el movimiento cooperativo en el mundo. La cooperativa constituye la forma más difundida economía social y a continuación se exponen los principios que rigen su actividad.
· Ayuda mutua: es el accionar de un grupo para la solución de problemas comunes.
· Esfuerzo propio: es la motivación, la fuerza de voluntad de los miembros con el fin de alcanzar metas previstas.
· Responsabilidad: nivel de desempeño en el cumplimiento de las actividades para el logro de metas, sintiendo un compromiso moral con los asociados.
· Democracia: toma de decisiones colectivas por los asociados (mediante la participación y el protagonismo) a lo que se refiere a la gestión de la cooperativa.
· Igualdad: todos los asociados tienen iguales deberes y derechos.
· Equidad: justa distribución de los excedentes entre los miembros de la cooperativa.
· Solidaridad: apoyar, cooperar en la solución de problemas de los asociados, la familia y la comunidad. También promueve los valores éticos de la honestidad, transparencia, responsabilidad social y compromiso con los demás.
· Libertad: cada quien puede decidir por sí mismo lo que mejor considere para su bienestar y el de su sociedad.

Aplicando estos principios, podemos llegar a una serie de diferencias respecto a la empresa clásica y la empresa en la que priman los principios de cooperación.

· En la empresa clásica se busca obtener las ganancias, a través de un beneficio “sobre los demás”, mientras en la cooperativa se busca el beneficio común.
· El principal objetivo de la empresa clásica es incrementar el margen de beneficio, mientras en la cooperativa se busca reportar beneficios a los socios, ofreciendo unos servicios de calidad.
· En la empresa clásica las personas no tienen ni voz ni voto. Eso se corrige en las cooperativas.
· En la empresa clásica no todos pueden convertirse en socios, ya que hay poca flexibilidad. Por el contrario, en las cooperativas el número de socios es ilimitado.
· Además las necesidades se adaptan a las necesidades de los socios.


2. ASPECTOS DESCRIPTIVOS

EL COOPERATIVISMO EN EL MUNDO

A continuación, expondremos algunos datos que pueden lanzar una idea desenfocada de la realidad de las cooperativas en el mundo, pero que sin embargo consideramos relevante. De hecho, inicialmente pensábamos que se trataba de un fenómeno minoritario. Los datos consultados demuestran que es un fenómeno más extendido de lo que parece. Actualmente, el cooperativismo se halla extendido en 93 estados y cuenta con más de 700.000 cooperativas y 800 millones de personas asociadas, lo que supone el 12% de la población mundial. Estos datos reflejan, por lo tanto, y así lo considera Naciones Unidas que la mitad de la población mundial, forma parte de alguna sociedad cooperativa, y trabajan en ellas 100 millones de personas, 20 millones más que en las empresas transnacionales. En el caso español, a 31 de diciembre de 2006, se contaban 25.555 cooperativas, que ocupaban a 295.884 trabajadores, es decir el 1,51% del total de empleados. [3] Cabe preguntarse si este dato es significativo en su conjunto. Para valorarlo, hay que tener en cuenta que el 81,8% del empleo generado en las cooperativas españolas es fijo, de éste el 90,2% son socios y el 9,8% son asalariados con contrato indefinido.[4] Si bien el tamaño medio demuestra que el 80% de las cooperativas españolas cuenta con menos de once trabajadores y el 60,5% no sobrepasa de los cinco –medias inferiores a las del conjunto de las empresas españolas.
Dicho así, puede parecer que el cooperativismo es un poderosísimo modelo económico, por eso en este trabajo no daremos demasiado peso a este tipo de cifras porque desenfocan la realidad. De hecho, la mayoría de estas cooperativas son empresas de dimensiones muy pequeñas, poco relacionadas entre sí y, en muchos casos, situadas en sectores marginales de la economía.

ASPECTOS JURÍDICOS

En España existe una regulación nacional a través de la Ley General de Cooperativas, Ley 27/1999, de 16 de julio, pero que se aplica sin perjuicio de la legislación que desarrollen las CC.AA.
La ley reconoce a las cooperativas de trabajo, como “aquellas que asocian autónomamente a personas físicas y jurídicas, que se han unido de forma voluntaria para crear, mantener o mejorar para los socios, puestos de trabajo a tiempo completo o parcial, mediante la organización en común de la producción de bienes o servicios”. El número mínimo de socios es de 3 y el capital social de 1.803 €, que deberá estar dividido en aportaciones nominativas de los socios y, en su caso, asociados. Debe estar desembolsado al menos el 25% en el momento de la constitución y ningún socio podrá poseer más del 45% del capital social.

Algunas ventajas fiscales y administrativas
En el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, gozan de una exención del 100%.
Las sociedades cooperativas "fiscalmente protegidas" tributan por el Impuesto de Sociedades al tipo del 20%. Además se benefician de diversas bonificaciones y beneficios en éste y en el resto de impuestos -Ley 20/1990 sobre Régimen Fiscal de las Cooperativas.
Los socios puede optar por cotizar al Régimen General o al Régimen de Autónomos, con la condición de que todos estén incluidos en el mismo Régimen.

· TIPO DE COOPERATIVAS

En este apartado estudiaremos las familias de la economía solidaria. Las cooperativas son asociaciones autónomas de personas que se han unido de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática. [5] En ellas, lo importante, el núcleo no es el capital, sino el trabajo y se basa en dos grandes reglas: la regla de decisión democrática (1 persona = 1 voto) y la regla de distribución no vinculada al capital social, en la medida que los beneficios se distribuyen en función de la participación de cada socio en la actividad cooperativa, en vez de hacerlo según el capital aportado (LAVILLE y JANÉ, p.145)
Las principales ramas del cooperativismo son las cooperativas agrarias, de. Las cooperativas de consumo, trabajo y crédito son las cooperativas más antiguas. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX y en toda Europa, muchos obreros se agruparán para trabajar, consumir y prestarse dinero por su cuenta, al margen del patrón o del banquero capitalista.

Cooperativas Agrícolas

El sector ganadero y agrario se agrupa voluntariamente en cooperativas. En España, se calcula que aproximadamente la mayor parte de los titulares de explotaciones agrarias son socios de una cooperativa y que el 42% de la producción final agraria se comercializa a través de estas organizaciones. Por lo tanto, se trata de cooperativas jerárquicas, capitalistas y que aglutinan la producción.
Este tipo de cooperativas tienen gran desarrollo en Andalucía, Cataluña (sector de las frutas y las hortalizas) y en Valencia (sector citrícola). Además, el caso español contiene una peculiaridad respecto a otros países, ya que está muy extendido el modelo cooperativo plurisectorial. Es decir, hay cooperativas agrarias en las que conviven varias actividades de comercialización (central de ventas), suministros y servicios (central de compras) y alguna de transformación e incluso una sección de crédito.(LAVILLE y JANÉ, p.212)
Además las cooperativas agrarias no son núcleos cerrados ya que algunas optan por convertirse en cooperativas de trabajo turísticas o han agregado a sus fincas alojamientos de turismo rural o agroturismo. En conclusión, las cooperativas agrarias son una forma inteligente de combatir el éxodo rural.

Cooperativas de consumo

Junto a las cooperativas de servicios fueron las cooperativas que más rápidamente se extendieron, como respuesta a la necesidad de bajar los precios de los productos de primera necesidad. Son agrupaciones de individuos que quieren resolver de forma colectiva la necesidad de adquirir unos bienes o servicios determinados.
La legislación española exige a este tipo de cooperativas que persigan dos grandes objetivos:

· Procurar bienes y servicios para el consumo o uso directo de los socios
· Defender, informar y formar a los consumidores.

La mayoría de este tipo de cooperativas opta por distribuir alimentos, pero otras distribuyen libros, bienes culturales, servicios sanitarios o incluso electricidad. En España, este tipo de cooperativas no tienen un gran éxito debido a la presión de las grandes cadenas de distribución. Los casos más representativos son EROSKI, CONSUM, ABACUS y SCIAS. A pesar de estas presiones, también surgen otras cooperativas novedosas como las de servicios ciudadanos, fundamentalmente en Cataluña (Gestió Veïnal de Barri) o las de productos ecológicos (La Ortiga en Sevilla).

Cooperativas de Servicios

Bajo este tipo se agrupan a pequeños y medianos empresarios, profesionales, comerciantes, transportistas y artesanos para obtener de forma conjunta materias primas y productos. De esta manera, los socios pueden vender a un precio tan competitivo como el de la gran empresa.
Son cooperativas que se asientan sobre todo en la distribución comercial: restauración, construcción, etc. En España, el ejemplo más significativo es el de ADA (una cooperativa que agrupa a los propietarios de pequeñas tiendas de ultramarinos a las que proporciona apoyo financiero, asistencia técnica, compras conjunta, etc.).

Cooperativas de Vivienda

Este tipo de cooperativas son más recientes. Nacen en la década de los 50 y 60. El objetivo de estas cooperativas es proporcionar viviendas a sus socios en unas buenas condiciones de conservación. Por lo general, optan por comprar suelo o rehabilitar antiguos inmuebles.
Un ejemplo con una interesante trayectoria es la Cooperativa Obrera de Viviendas del Prat de Llobregat. Nació en 1961, construyó un millar de viviendas y hoy está en proceso de edificar 12 nuevas viviendas ecológicas y en régimen de alquiler.

Cooperativas de Enseñanza

Nace a mediados de los ’60, como una forma para luchar por una enseñanza laica y progresista durante los años del Franquismo. Al laicismo, hay que sumarle la enseñanza del idioma propio en Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia y Baleares.
Una de las cooperativas más veteranas es Gredos San Diego nacida en 1958 que hoy en día cuenta con dos colegios, albergando a más de 3.000 alumnos. Este tipo de cooperativas cuentan con dificultades para subsistir porque los profesionales que trabajan en ellas cobran sueldos inferiores a las medias del sector.

Cooperativas de Crédito

Actualmente, en España existen unas 90 cooperativas de crédito y la mayoría están integradas en el Grupo Caja Rural. A grandes rasgos, se puede decir que es una banca de proximidad muy unida a su base societaria y comprometida con el territorio rural en el que operan. (LAVILLE y JANÉ, p.150).
Existen varias experiencias de este tipo en España. El caso más ambicioso es el de Fiare. Se trata de una asociación que aspira a constituirse en cooperativa de crédito para el año 2010 y funcionar como una auténtica banca ética ciudadana. Hasta ahora cuenta ya con 13 millones de euros en depósitos y ha financiado proyectos por valor de 8 millones de euros. (LAVILLE y JANÉ, p.150)

Cooperativas de Trabajo

Son agrupaciones de personas que fundan una empresa colectiva con el objetivo de crear y mantener los puestos de trabajo de sus miembros. Éste era el único tipo de cooperativa en el que nosotros pensamos antes de investigar el trabajo. En España, más de 225.0000 personas trabajan en cooperativas de trabajo asociado, de las cuales el 48% son mujeres (un 12% más que en el resto de empresas), que ocupan el 39% de los puestos de dirección. A pesar de todo, su presencia en los consejos rectores de las cooperativas sigue siendo escasa.
Para crear una cooperativa de trabajo se requiere un capital social mínimo de 3.000 euros y ser al menos 3 socios trabajadores. Es decir, son unas microempresas y tienen una gran presencia en el sector servicios. Hoy está surgiendo una nueva clase de cooperativa de trabajo y está relacionada con la prestación de servicios sociales (integración, apoyo a colectivos desfavorecidos, etc.). La mayoría de estas cooperativas no tienen más de cuatro años de antigüedad, pero es un sector en rápida extensión.

Cooperativas del Mar

Las cooperativas del mar asocian a pescadores, armadores, cofradías titulares de explotaciones dedicadas a actividades pesqueras. Este tipo de cooperativas han tenido gran éxito en Galicia donde existe la Unión Gallega de Cooperativas del Mar, que agrupa a seis cooperativas con 800 socios.


3. GRUPO MONDRAGÓN Y EROSKI


En el País Vasco el movimiento cooperativo aporta el 15% de su PIB y tiene 400.000 socios. (XIRINACS, p. 113). Allí, el GRUPO MONDRAGÓN es la cuna del movimiento y está dividido en cuatro ramas: financiera, industrial, de distribución (supermercados, agencias de viajes…) y de investigación y desarrollo. A pesar de ser el grupo más conocido del País Vasco sólo representa a 170 cooperativas de trabajo de las 1.100 existentes en toda la Comunidad Autónoma. [6]

Las empresas del grupo Mondragón han seguido un modelo de gestión corporativo[7], basado en:
Principios Básicos Cooperativos
Personas en cooperación
Proyecto compartido
Organización participativa
Empresa excelente
Resultados socio-empresariales

El modelo de gestión corporativo se expresa mediante un gráfico circular girando permanentemente, que pretende transmitir la interrelación de los diferentes conceptos que aglutina y el dinamismo que requiere su puesta en práctica y adaptación continua[8].En el centro del gráfico y como punto de partida se sitúan los principios básicos cooperativos, que aportan pautas de comportamiento a las personas en cooperación, para poner en práctica los valores de la cooperativa. Son estas personas, quienes construyen un proyecto compartido y se dotan de una organización participativa para llevarlo a la práctica.

Este proyecto se desarrolla en un contexto de producto mercado, con clientes, proveedores, aliados, etc., en el mismo contexto en el que se desarrollan sus competidores. Si bien el propio hecho cooperativo proporciona claras ventajas en la aplicación de los conceptos más avanzados en la gestión, es necesario ponerlos en práctica, para conseguir ser una empresa excelente.
Los resultados obtenidos constituyen el principal punto de evaluación de la eficacia de la aplicación del modelo de gestión. No existen empresas excelentes con resultados deficientes[9]. Es por lo tanto fundamental, dotarse de un panel de mando adecuado, seleccionando los indicadores relevantes para comprobar que se están obteniendo buenos resultados socio-empresariales.
Los principios básicos cooperativos que afirma seguir Mondragón también se expresan en un esquema circular (ver página siguiente).[10]
La Corporación Mondragón[11] es una realidad socioeconómica de carácter empresarial con hondas raíces culturales en el País Vasco, creada por y para las personas, inspirada en los Principios Básicos de su experiencia cooperativa, comprometida con el entorno, la mejora competitiva y la satisfacción del cliente, para generar riqueza en la sociedad mediante el desarrollo empresarial y la creación de empleo preferentemente cooperativo, que:
· Se sustenta en compromisos de solidaridad y utiliza métodos democráticos para su organización y dirección.
· Impulsa la participación y la integración de las personas en la gestión, resultados y propiedad de sus empresas, que desarrollan un proyecto común armonizador del progreso social, empresarial y personal.
· Promueve la formación e innovación desde el desarrollo de las capacidades humanas y tecnológicas, y aplica un Modelo de Gestión propio para alcanzar posiciones de liderazgo y fomentar la Cooperación.

Empresarialmente, la actividad de MONDRAGON se encuadra en cuatro áreas: -Finanzas, Industria, Distribución y Conocimiento- que funcionan autónomamente dentro de una estrategia de conjunto, coordinada desde el Centro Corporativo.
El Área Finanzas incluye la actividad de banca, previsión social y seguros. El Área Industria agrupa a doce Divisiones dedicadas a la producción de bienes y servicios. La de Distribución aglutina los negocios de distribución comercial y la actividad agroalimentaria. Y la del Conocimiento incluye Centros de Investigación, una Universidad que cuenta con 4.000 alumnos y varios Centros de Formación Profesional y de enseñanza.
La Cooperativa individual constituye el nivel básico de la estructura organizativa de MONDRAGON, con su Asamblea General como órgano supremo de expresión y soberanía y su Consejo Rector como órgano máximo de gestión y representación, responsable de la elección del Director Gerente. Las Cooperativas que operan en un mismo sector empresarial configuran una Agrupación Sectorial que, a su vez, se integra en la División correspondiente.
El Consejo General es el órgano responsable de la elaboración, coordinación y aplicación de las estrategias y objetivos corporativos.
Por otro lado, la Comisión Permanente del Congreso Cooperativo, es el órgano de gobierno encargado de impulsar y controlar la ejecución de las políticas y acuerdos adoptados por el Congreso, ejerciendo un seguimiento continuado de la evolución empresarial de MONDRAGON y de la gestión de la Presidencia del Consejo General.
El Congreso Cooperativo es el órgano supremo de soberanía y representación de la Corporación MONDRAGON, equivalente a su gran Asamblea General. Está integrado por 650 congresistas que representan a todas las cooperativas adheridas y sus decisiones afectan a todas ellas.
Las claves del éxito[12] de la Cooperativa Mondragón radica en:
· El carácter personalista de la cooperativa, en la que prevalece la persona sobre el capital, lo que se traduce en una gran implicación del socio en su cooperativa, a través de la participación directa en el capital y la gestión, contribuyendo a crear un ambiente positivo de consenso y colaboración.
· Un enfoque decididamente empresarial del hecho cooperativo, asumiendo como cuestión de principio la rentabilidad de la empresa y la eficacia en la gestión, planificada, rigurosa y exigente.
· Reinversión prácticamente total de los recursos generados.
· Adaptación permanente a los cambios del entorno.
· Creación de eficaces instrumentos de intercooperación: en el ámbito financiero, de provisión social, de innovación e I+D+i, en la gestión coordinada del empleo y en las situaciones de crisis.
· Por último, un elemento clave en el éxito de la Experiencia de Mondragón, tanto en sus orígenes como hoy en día, radica en la importancia dada a la formación: tanto la de carácter reglado, impartida en sus Facultades Universitarias y Escuelas Profesionales, como la Formación Continua vinculada con el reciclaje y el perfeccionamiento profesional.
La corporación Mondragón, no se considera como una alternativa al sistema capitalista de producción[13], sino que simplemente, creen que desarrollan una forma de hacer empresa más humanizada y participativa. Un enfoque que, además, encaja bien con los modelos de gestión más evolucionados y actuales, en los que cada vez se valora más a la persona trabajadora como el primer activo y principal diferencial de la empresa moderna.
Se puede decir que las cooperativas de Mondragón contribuyen a una mejor distribución de la riqueza, ya que si nos ceñimos a la villa del mismo nombre y a su comarca, que es el espacio donde se da lógicamente una mayor concentración de la actividad cooperativa, informes recientes europeos sitúan a esta comarca con el nivel más alto de renta per cápita en España junto con San Sebastián y su entorno.
También es aquí “donde el desarrollo económico es mayor y donde el reparto de la riqueza es más igualitario”, tal como lo han resaltado en los últimos años los medios de comunicación vascos, basándose en los informes de Hacienda elaborados en base a las declaraciones de renta anual efectuadas por los habitantes de Guipuzcoa. Informes que han venido subrayando la “singularidad” de los municipios que integran esta comarca del Alto Deba “que configuran un sobresaliente modelo de desarrollo económico más igualitario”. Señalar, que es en Guipuzcoa donde mayor peso tienen estas Cooperativas, contribuyendo al 8% del PIB total de este territorio vasco y al 17% del PIB industrial, aportando el 7% del empleo total y el 16% del industrial y representando el 26% de las exportaciones industriales.
Significar que la Experiencia de Mondragón continúa manteniendo sus señas de identidad cooperativa, a pesar del desgaste que supone el tiempo transcurrido, de la globalización y del predominio de los valores individualistas, pues respecto a esto, en sus Cooperativas siguen teniendo plena vigencia los ejes fundamentales que han caracterizado la experiencia.

· EROSKI, ¿LA COOPERATIVA MÁS GRANDE DEL MUNDO?

Eroski se ha expandido muy rápidamente y esto la ha llevado a situarse entre las 100 primeras empresas de distribución del mundo. Sin embargo, este crecimiento ha motivado que sus nuevas aperturas de establecimientos se realizasen a través de sociedades anónimas y con personal contratado por cuenta ajena [14]. Los motivos de esa situación hay que buscarlos en las sucesivas adquisiciones del holding vasco (como en el caso de CAPRABO) y en su gran implantación en toda España.
Esta nueva forma de establecerse ha supuesto una pérdida de su tradicional seña de identidad: el cooperativismo, al que se ha decidido volver. Cabe preguntarse por qué EROSKI opta por “cooperativizarse” más. En diversas informaciones periodísticas consultadas, se apunta al interés del grupo por mantener el espíritu cooperativo, toda vez que en los últimos años el número de trabajadores socios ha disminuido en proporción a la plantilla por cuenta ajena.
El 17 de enero de 2009, EROSKI cerró un largo proceso que comenzó en 2008 para convertir en cooperativistas a todos sus trabajadores. Este plan aprobado en 2009, tardará aún varios años en ejecutarse, pero supone reformar las estructuras jurídicas y organizativas del grupo para que más de 50.000 trabajadores sean socios propietarios[15]. Sirva como dato que en 2008, de los 50.587 trabajadores que conformaban la plantilla de Eroski, 13.331 eran socios propietarios, es decir, participaban en la gestión y en los resultados. De estos últimos, 7.000 pertenecen a los centros de trabajo situados en País Vasco y Navarra y los otros 6.000, a los negocios repartidos por el resto de España.
En nuestro equipo de trabajo, antes de comenzar a recopilar información acerca de Eroski, surgió la duda de hasta qué punto hay o no una jerarquía en una cooperativa de semejantes dimensiones. Esta duda no ha quedado resuelta ni aun abordando el cambio estructural que se ha puesto en marcha. Con esta reestructuración, Eroski S. Coop. mantendría en un primer momento la mayoría de representatividad en los consejos de las nuevas cooperativas mixtas. Además, Costan Dacosta (Presidente de EROSKI) puntualizó que "ataremos las cosas para que los trabajadores no vendan la empresa cuando controlen las participaciones”. Esto significa que se crearán sociedades cooperativas mixtas o de segundo nivel. En nuestra opinión, la única manera de que una organización de semejante envergadura sea funcional.
De esta manera, se ha decidido que la matriz, que cuenta con 8.000 socios, participará junto a los trabajadores en las nuevas sociedades, de tal forma que se evita el riesgo de que alguna cooperativa impulsada por Eroski decida tener vida propia y abandonar la disciplina de la firma para ser vendida o asociarse a otro grupo empresarial. Por lo tanto, cooperativa sí, pero con una estructura que aparentemente impide libertad y exige una obediencia[16]. En el caso de una empresa de semejante éxito, ¿supone un ejemplo de compromiso “cooperativizarse” o, por el contrario, se trata de una estrategia empresarial? En diferentes artículos de prensa económica se apunta a que la decisión de abrir el capital de Eroski a sus trabajadores implica una pérdida de poder de la central, que los socios trabajadores de las cooperativas mixtas supondrán dos tercios de la representación de la asamblea de Eroski (el equivalente a la junta de accionistas en una sociedad anónima), pero supone fundamentalmente una fuente de recursos para EROSKI en un año en el que ha fijado medidas de ajuste del gasto, ya que la sociedad matriz recibirá las aportaciones de todos aquellos trabajadores que decidan convertirse en cooperativistas. En este sentido, la decisión de adherirse es voluntaria y los trabajadores que no deseen unirse al grupo podrán mantener su condición actual.
Los beneficios de esta inclusión de nuevos miembros coinciden con los que hemos identificado a lo largo del trabajo y Constan Dacosta, presidente de Eroski los resumió así: "Queremos remarcar un atributo diferencial y competitivo como es comprometer a las personas en un proyecto profesional y vital. Y lo queremos hacer con la participación de todos los trabajadores en los resultados. Así somos más a compartir, y seguro que somos mejores profesionales y personas". [17]
Sin embargo, ¿Es viable una empresa con casi 50.500 dueños? Los directivos del grupo cooperativo aseguran que EROSKI es un modelo empresarial capaz de caminar sin sufrir los rigores de la crisis económica, la exigencia de los accionistas que persiguen la rentabilidad a corto plazo y los vaivenes de los mercados bursátiles. Pero, sobre todo: ¿es posible mantener la participación y el espíritu cooperativo con tal número de socios?
Los últimos datos de EROSKI recogidos en la prensa económica apuntan que el año se ha cerrado con unas deudas importantes para el grupo. Según informa el diario EXPANSIÓN, “El endeudamiento derivado de la adquisición del 75% de Caprabo en el año 2007, junto a la fuerte caída del consumo registrada en este ejercicio, se ha convertido en un lastre para el grupo”.[18]


5. EL POTENCIAL DEL MODELO COOPERATIVO: UN ANÁLISIS DE LIMITACIONES Y OPORTUNIDADES

Después habernos acercado al ejemplo concreto y a las características, llega el momento de analizar las posibilidades de este modelo para extenderse y convertirse en una alternativa posible a los esquemas empresariales capitalistas, una alternativa a la globalización neoliberal que hasta ahora hemos sufrido. Se tratará principalmente de analizar las posibilidades que ofrece el contexto, los puntos fuertes del modelo; pero también aquellos más débiles que puedan hacer fracasar el sueño de una producción más justa a través de la cooperación.

UN CONTEXTO FAVORABLE PARA LOS MODELOS PARTICIPATIVOS
Tras investigar sobre el tema, la sensación transmitida por las fuentes es que nos encontramos en un momento de oportunidades únicas para las cooperativas. A muchos podría parecerles irónico, conscientes de la predominancia hasta la presente crisis económica del pensamiento neoliberal, tan centrado en hacer dinero en el mercado -o, lo que es lo mismo, tan descentrado en lo demás. Sin embargo, este es el primer factor favorable que deberíamos considerar.
Esta aparente contradicción podría simplificarse en la teoría del péndulo, o también fundarse en los presupuestos marxistas: al haberse dejado al capitalismo a su libre albedrío, sus contradicciones y constricciones inherentes se hacen aún más sangrantes, con lo que las alternativas toman fuerza. Las cooperativas – entiéndase aquellas que realmente responden a los criterios mínimos- son un modelo resistente a despropósitos capitalistas tales como la deslocalización, el proceso pauperizador del trabajador mientras los accionistas ven crecer sus ganancias, y en general contra los ataques al medio ambiente y social de la empresa. Por tanto, a menor "regulación del mercado" (tendencia machacona desde los 70s), mayor conciencia de los problemas y limitaciones del capitalismo y, por tanto, mayor publicidad para el modelo cooperativo. Aún más predominante cuando la alternativa estatalista al capitalismo -esto es, el comunismo- ha pasado a mejor vida, no sin antes mostrar sus horrores al mundo.
Pero aún hay más; al complejizarse el sistema productivo, el antiguo modelo ha sido superado ante unos retos hasta hace poco inimaginables. Estaríamos así ante exigencias internas del proceso productivo que tienen como consecuencia externa una moralización de las relaciones económicas. De esta forma, podríamos subdividir los factores propicios para la cooperativa entre aquellos puramente económicos y aquellos de índole más cultural, pese a que ambos campos estén íntimamente enlazados. Aquí preferimos presentarlos en estado puro, tratando de no simplificar las relaciones bidireccionales que entre ambos existen.
Los factores económicos y culturales favorables
En las sociedades capitalistas avanzadas, algunos cambios de valores han afectado de lleno al plano económico. Así ha ocurrido con el proceso de individualización, que implica una demanda de autonomía del ciudadano en todas sus facetas (Veira, p. 41), así como de diferenciación. En primer lugar, el ciudadano no entiende el contraste entre los valores que considera de la adultez y la infantilidad en la que se le mantiene en su puesto de trabajo, y se rebela. En algunos casos, es de los empresarios de quien se adueña el espíritu demócrata, quienes no conciben tratar a los empleados como súbditos de su monarquía económica. García Ruiz engloba este fenómeno en la "transformación de la cultura política", que ahora sería menos dirigista y más participativa (Garcia Ruiz, p58) Como veremos después, esto viene respaldado por motivos económicos.
Pero ¡que esto no desprestigie a lo cultural! Es cierto que se está extendiendo la creencia de que las empresas no sólo tienen una responsabilidad para con los accionistas, y tampoco basta con incluir a los trabajadores, sino que son responsables en todas las relaciones que establecen con toda la sociedad (García Marzá, p245). Y los ciudadanos son capaces de acomodar sus preferencias según estos criterios más morales que económicos, especialmente en aquellos lugares donde las necesidades básicas se encuentran ampliamente cubiertas.
Debemos también percatarnos de que el sistema consumista, donde las diversas empresas compiten entre sí por el cliente/consumidor generando en éste necesidades a través de la publicidad, ha derivado en unas exigencias para la producción en cierto modo inesperadas. Entre ellas, está la exigencia de especialización del producto. Pero es que esta exigencia a veces no sólo se limita al clásico "bueno, bonito y barato". Como acabamos de exponer, existe un sector de la población dispuesto a tomar en cuenta la responsabilidad social y ecológica de la empresa a la hora de elegir un bien o servicio, de aceptar un trabajo o de invertir en un negocio. De esta forma, y citando el título de un capítulo de La Dimensión Cooperativa, "la ética puede ser rentable".
Efectivamente, el consumidor exige que el producto encaje con él. La empresa que desee tener éxito debe generar el sentimiento de que su producto va destinado a las necesidades del consumidor individual mejor que cualquier otro; y para esto no basta la publicidad, sino que se recurre a la diferenciación. No es casual que la Coca-Cola no sepa igual en todos los países; no son las diferencias en el agua (como suele decirse), sino una estrategia comercial. De hecho, también han descentralizado su publicidad (García Ruiz, 58). Por tanto hay una necesidad de descentralizar de las decisiones a tomar, requiriéndose una distribución más horizontal del poder, lo que constituye uno de los elementos básicos de las cooperativas. La mano de obra no podrá seguir siendo considerada sólo como un coste a minimizar, sino que engloba "activos estratégicos". (García y Via y Xirinacs, p101) Pues, ¿dónde se encuentra el "conocimiento cualificado" (ídem) sobre los gustos de los consumidores? Ese tipo de conocimiento está abajo, a veces en los trabajadores más de a pie, y se convierte en un elemento fundamental de la estrategia empresarial el acceder a ellos. Más aún, los trabajadores ya no son valorados por su fuerza bruta, sino por elementos intangibles: por ejemplo, por la calidad que puedan dar a sus productos, la cercanía con que trate al cliente o la originalidad de sus propuestas. ¿Cómo se obliga a alguien a ser creativo, a que "aporte ideas y comparta los conocimientos"? (García y Via y Xirinacs, p71) Simplemente, no se puede. Se requiere el compromiso del trabajador con la empresa, su comodidad y entrega al proyecto.
Precisamente, el fenómeno de la individualización tiene un efecto devastador sobre el compromiso del trabajador con su trabajo, respuesta más que comprensible a la llamada "flexibilidad laboral" (Veira, p 42). Ya no definimos tanto nuestra identidad por nuestro trabajo actual: a veces ni tan siquiera por el oficio que desempeñamos, pues ambos tienden a cambiar con el tiempo, y cada vez a más velocidad. Está claro que las empresas buscan una solución a este problema; y también que la forma más inmediata aunque brutal de asegurarse el compromiso del trabajador es mediante la amenaza de despido (especialmente en momentos de alto desempleo). Sin embargo, de forma más general la solución se suele encontrar en un "liderazgo participativo que les haga volver a vincularse a la empresa y a los objetivos de esta". (Veira) En este contexto, se les da a los trabajadores posibilidades de participación en la toma de decisiones, lo que en ocasiones va acompañado de participación en la propiedad a través de acciones.
Como decíamos, el consumismo, el capitalismo y la modernidad han tenido algunas consecuencias no esperadas por sus promotores. Una que sólo hemos insinuado pero no desarrollado es la velocidad con la que los productos "caducan" en el mercado. Se exige diferenciación como hemos dicho, pero también mejoras y calidad. De nuevo, el conocimiento cualificado es la clave. Pero también hay que ser capaz de adaptarse rápidamente a los rápidos cambios que el sistema promueve; por ejemplo, a los tecnológicos. El mundo gira muy deprisa, y la participación ayuda a ser más flexible y adaptable. (Garmendia, p 32), pues las órdenes tomadas desde muy arriba y muy lejos llegan irremediablemente tarde. Los trabajadores, por tanto, arrancan poder de las manos del empresario gracias a la inmediatez que el sistema impone.
Para terminar, podemos dar la vuelta al asunto para así ver el individualismo que hemos estado analizando como un resultado de los procesos económicos, en lugar de como causa. El capitalismo promueve la competición entre los trabajadores por el puesto, haciendo cundir la desconfianza, la soledad de la lucha contra todos. Sin embargo, la competición exacerbada no tiene sentido, ni es productiva. La competición requiere de la cooperación, llegándose a hablar de "coopetición"(García y Via y Xirinacs, 35). Esto tan sólo quiere decir que aunque competir puede ser estimulante, será del todo inútil si la información deja de fluir, si se hace imposible el trabajo en grupo o si la coordinación de los participantes en el proceso productivo es nula. Y aún más ocurre así en aquellos sectores que caracterizan a la llamada sociedad del conocimiento (García y Via y Xirinacs, p33) De nuevo la cooperativa se encuentra en posición privilegiada si el reto es devolver al mundo económico el espíritu colaborador, tan resquebrajado en nuestras sociedades.
Vistas estas condiciones tan favorables y tan profundas para lo participativo no es de extrañar que se incluya en todas las propuestas de modelos empresariales alternativos– desde la escuela de relaciones humanas, pasando por el modelo de los recursos humanos después y finalmente el modelo Volvo y el modelo Toyota-. Todos estos, "en mayor o menos grado, pregonan la democratización de la empresa (...) como la mejor manera de hacerla rentable hoy día" (García y Via y Xirinacs, p 77). Aparecen estos modelos como respuesta a la crisis del taylorfordismo, y a éste sólo lo podemos entender en el contexto de la crisis de la tasa de ganancia de los 70s. Hasta entonces la reconstrucción de Europa alimentaba el crecimiento pero, a partir de los 60s, los crecimientos de productividad sólo podían venir por la vía de mejorar la maquinaria, debido a que se prescindía de las aportaciones creativas de los trabajadores (el famoso "no se te paga para pensar"). Esto suponía un cada vez mayor coste de inversión que se traslada a los precios de los productos. Debido al poder de negociación de que disfrutaban los sindicatos, la inflación se reflejaba de forma casi directa en subidas de salario, lo que redujo drásticamente la tasa de ganancia en un contexto en el que se aunó cierta conflictividad social derivada de demandas post-materialistas; demandas de más democracia. (García y Via y Xirinacs, p70-71)

EL ACENTO EN LA CALIDAD DE VIDA
La participación, por tanto, encaja. Y la cooperativa, su bastión ¿también? Después nos encargaremos de este asunto, pero antes sería conveniente argumentar brevemente por qué estas formas de producción son tan deseables como a nuestro parecer lo son. Podemos resumir sus ventajas en cuatro puntos:
1.- Creación de puestos de trabajo de calidad – en contraste con el modelo taylorfordista, no hablamos de puestos repetitivos y alejados de toda capacidad de decisión, sino que se pone el foco en el bienestar del trabajador, pues son estos quienes en definitiva tienen el poder de la organización.
2.- Desarrollo local – las cooperativas eliminan la posibilidad de deslocalizar la empresa en busca de salarios más bajos. Además, los beneficios no salen de las fronteras, como en el caso de tantas multinacionales, sino que revierten sobre el ámbito local en el que se desarrollan.
3.- Difusión de valores como la democracia, la igualdad, la solidaridad, etc. – Los valores emancipatorios suponen en nuestra opinión una forma mejor de vida y más satisfactoria per se. Sentirse responsable de nuestro propio futuro no es tarea fácil, pero sí puede ser muy gratificante. Además, sin duda supone sacar al ciudadano de la infancia laboral. La solidaridad, por otro lado, no sólo nos hace sentir bien con nosotros mismos, sino que además podemos ser beneficiados por ella; en cualquiera de los casos, genera un confortable sentimiento identitario, lo que enlaza con el siguiente punto.
4.- Cohesión social, creando un sentimiento de comunidad- muchos son los que han hablado del desarraigo como uno de los grandes males para el ser humano, y parecería que nuestro mundo es especialista en desarraigarnos, en hacernos “flexibles” para todo y, por tanto, nacidos para nada en concreto. Incluso pese conflictos que pueden surgir, o quizás también por ellos, el trabajador se siente integrado, sujeto de responsabilidades compartidas.
Joseph Stiglitz (Nobel economía 2001) dijo que la clave del éxito de una economía reside en que sea “una economía equilibrada, basada en un sistema económico plural, con un sector privado tradicional, un sector público eficaz y con un sector creciente de economía social”.
La crisis económica ha supuesto para Stiglitz el fin del fundamentalismo de mercado. En su opinión, esta crisis es el equivalente a la caída del Muro de Berlín para el Comunismo. Considera que el éxito de algunas economías desde Brasil hasta el Este de Asia se ha basado en el equilibrio de mercados. Como curiosidad, Stiglitz reside en una vivienda cooperativa, la editorial que publica sus libros es también una cooperativa y la Universidad de Columbia, a la que pertenece, es una fundación sin ánimo de lucro. ¿Qué tiene la cooperativa para recibir unas alabanzas así de este Nobel de economía? ¿Qué puede aportar el modelo cooperativo al capitalismo? ¿Supone acaso proponer algo distinto de lo capitalista?

LAS COOPERATIVAS Y EL CAPITALISMO
No pocas veces se habla de las cooperativas como elementos deseables pero imposibles, y es en esto mismo sobre lo que se argumentan las facilidades que, como ya hemos visto, se las proporciona desde las administraciones. Sin embargo, como también he argumentado ya, el contexto actual favorece las estructuras empresariales de carácter participativo, lo que pone a la cooperativa en una situación privilegiada. Sería de gran utilizar sistematizar estas ventajas que dicha forma de organización aportan.
En cualquier caso, para empezar tendremos que aclarar de qué tipo de ventajas estamos hablando. Al debatir en nuestras reuniones este tema, en seguida nos asaltó un problema: al hablar de la eficacia de las cooperativas, ¿debemos hacerlo solo en términos económicos, o incluyendo las "externalidades positivas" (que diría un economicista) de trabajar en estas organizaciones? Todos entendemos que la racionalidad económica no puede ser la única que guíe los pasos de ninguna empresa, pues ya es hora de que como parte de la sociedad asuman sus responsabilidades sociales y ecológicas. De hecho, podríamos entender que la eficiencia económica se logra en muchos casos mediante un pequeño truco, un robo en definitiva: no contar los costes que la producción genera para la sociedad como conjunto. Más allá incluso, sería sano plantearse los límites de la razón para elegir un solo camino eficiente, en un contexto humano; es decir, limitado e imprevisible (para una argumentación más profunda, véase: García, Via y Xirinacs, p14-23)
Y, sin embargo, una frase descoloca toda esta argumentación: la quiebra es a corto plazo. En un sistema capitalista, una empresa que genere un buen ambiente de trabajo, una producción respetuosa con el medio ambiente, que pague unos salarios justos… puede sin embargo encontrarse frente a una situación de quiebra -en la que "el libre mercado" no permitiría la intervención del estado para salvar dicho adalid de la producción justa (por supuesto, no se nos escapa la ironía de que tantos bancos hayan sido salvados durante esta crisis tras haber actuado con tan dudosa responsabilidad y moral). En un sistema capitalista es la racionalidad económica quien tiene la última palabra, quien marca los límites de lo posible. De ahí las dificultades que puede encontrar una cooperativa para su supervivencia, como después veremos.
En tal sentido, también nos planteamos hasta qué punto son las cooperativas elementos ajenos al capitalismo. En primer lugar, debemos recordar que el criterio de acceso es la aportación de capital (no las necesidades del ciudadano). Pero es que además, pese a lo afirmado en la bibliografía consultada, y por lo encontrado en foros de cooperativistas donde expresan sus quejas, en algunos casos es ese mismo capital aportado el que determina los réditos a recibir; no el esfuerzo de cada uno, y aún menos la necesidad de cada uno. Por tanto, las cooperativas, que propugnan un modelo distinto del capitalista, tienen algunos rasgos de ese mismo capitalismo. Quizás sea esta la única forma de sobrevivir en el contexto, pero sin duda plantea grandes preguntas sobre su naturaleza, sus intenciones hacia el futuro y sobre su potencial real para presentarse a sí mismas como una alternativa sólida.
Las cooperativas frente a una empresa participativa
Hemos visto que, debido a las recientes transformaciones del capitalismo, los modelos empresariales más exitosos son aquellos que introducen la participación. Sin embargo, ¿aventajan en algo las cooperativas a una sociedad anónima participativa y democrática?
Sobre todo hay que considerar que los propietarios dentro de un sistema capitalista tienen la última palabra, por muy democráticamente que se organice la empresa. Por otro lado, ser propietario y participar de los beneficios es un nivel de integración que pocas empresas no cooperativas pueden igualar; en todo caso, proporcionando participaciones accionariales a sus empleados. En este sentido se ha llegado a decir que estas estrategias participativas de sociedades limitadas o anónimas son un "arma de doble filo", ya que el trabajador se entrega " <> a una empresa que no es suya"(García y Via y Xirinacs, p77). Aún incluso siendo cada trabajador accionista, las decisiones quedaran en manos de los grandes propietarios; por esto argumentan algunos que únicamente se consigue ocultar la relación sociolaboral, dando una idea benigna de la economía global, "que recompensa a los que son capaces de adaptarse", de tal forma que "la figura ideal no es el ciudadano activo, sino el empleado sumiso" (Sanagustín y otros, P105, citando a Binbaum: 1999)
Además, esta estrategia suele suponer una "precarización para la mayoría e integración para la minoría" a través de las subcontrataciones, la flexibilización productiva, etc. mientras se intenta implicar a los sectores más cualificados, generando una dura dualidad en el mercado (García y Via y Xirinacs, p73). Aunque es cierto que las cooperativas también subcontratan, en muchas legislaciones existen límites a estas subcontrataciones; en cualquier caso, los principios cooperativos a lo que impulsan es a la integración de todos los trabajadores si esto fuera posible. Así lo entendió Eroski como hemos visto, aunque impulsado por la necesidad de financiación.
Las ventajas competitivas de ser una cooperativa
Una vez hechas estas matizaciones, nos damos cuenta de lo imprescindible de las ventajas meramente económicas, esas llamadas "competitivas" si estas cooperativas quieren sobrevivir dentro del capitalismo -o incluso, como suelen propugnar, cambiar el modelo "desde dentro" (esto no es más que una forma de explicitar la renuncia a la revolución violenta que, lógicamente, ninguna pregona). Podemos clasificar las ventajas competitivas de la cooperativa de la siguiente forma:
1: El compromiso con el proyecto empresarial: como ya hemos explicado, existe una crisis en el compromiso entre la empresa y el trabajador y viceversa, en un momento en el que -debido a la importancia que han adquirido las actividades inmateriales- el compromiso del trabajador se ha convertido en imprescindible. El compromiso con la empresa puede mejorar los rendimientos de cualquier trabajador, reduciendo el absentismo y aumentando los ritmos y calidad de trabajo. Y el compromiso aumenta si hay reparto de beneficios.
2: La organización democrática: como hemos visto, la cúpula direccional no puede seguir considerando a los trabajadores como siervos, sino que estos deben tener parcelas de decisión para que la empresa sea funcional. Además, al mantenerse las decisiones bajo el mando de todos, se podrá asegurar que la mayoría comparte las decisiones tomadas en común.
3: Condiciones más favorables en el mercado: Debido a que una cantidad incierta de ciudadanos que tienen sus necesidades básicas cubiertas están dispuestos a variar su demanda de bienes y servicios y su oferta de trabajo teniendo en cuenta valores post-materialistas, no sería de extrañar que, si se consigue trasladar una buena imagen pública de las cooperativas, éstas fueran capaces de conseguir condiciones más beneficiosas en el mercado, tanto en el laboral como en el de bienes y servicios o en el financiero. No es sólo el hecho de ser una cooperativa lo atrayente, sino las consecuencias que de estos valores parecería lógico esperar: estabilidad, responsabilidad social, calidad del producto, atención humana, atención al trabajador -a su cualificación y sus necesidades-, conciliación familiar, etc. De hecho, en este punto cabe mencionar los apoyos de las administraciones -que al fin y al cabo no es sino el apoyo de la sociedad reunida.
4: Mejores amortiguadores ante situaciones de crisis. Según JANÉ y LAVILLE, hay varios estudios comparativos entre empresas convencionales y cooperativas muestran que éstas son igual de productivas o más que sus homólogas capitalistas ante situaciones de crisis. De hecho, suelen socializar los costes de la crisis (aumentando la jornada o reduciendo salarios) en vez de disolver la empresa, por lo que preservan mejor los puestos de trabajo. Sin embargo existe un dato que en cierto modo cuestiona lo expuesto anteriormente: aunque se supone que proporcionan una mayor visión de futuro y una mayor seguridad al trabajador, las cooperativas han destruido en España sólo un 6% menos de empleo que las empresas convencionales y un 2% menos que el resto de empresas laborales. [19]
Uno de los puntos que más reivindican los empresarios es la flexibilidad. Nosotros nos preguntamos si las cooperativas son flexibles y sostenemos que sí, gracias al principio de autorregulación. En Eroski, por ejemplo, “sus socios han decidido democráticamente trabajar cien horas más al año por el mismo precio” en estos tiempos de crisis. Esto, por ejemplo, sería mucho más difícil en Volkswagen"[20].
La prueba empírica de esta ventaja competitiva derivada de la estructura de la propiedad de la empresa podemos encontrarla en un estudio cuantitativo desarrollado en la revista del CIRIEC sobre la competitividad en el sector farmacéutico. El estudio concluye que constituirse en cooperativa "se revela como un medio apropiado no sólo para lograr una mayor implicación del cliente-socio sino también para alcanzar mejores cotas de éxito competitivo" (p 151).
· CUANDO LO COOPERATIVO FRACASA
Las cooperativas parecen ser por tanto un modelo llamado al éxito. Sin embargo, nuestra experiencia diaria no confirma esta hipótesis. ¿Cómo es esto posible? Podemos hablar de dos factores: primero, de una percepción pública ideologizada sobre las cooperativas; pero también de debilidades estructurales de las cooperativas que tantas veces las abocan al fracaso.
Al hablar de una visión ideologizada de las cooperativas me refiero a que, puesto que pertenecen a un modelo alternativo, no disfrutan del acogimiento en la ideología predominante que otros modelos si tienen. De esta forma, atendiendo a los datos de la presencia de cooperativas en el mundo, parece cuanto menos interesante pensar el por qué de hablar tanto de la globalización y nada de la "cooperativización" de la economía, cuando de 1960 a 2006 el número de socios de éstas aumentó de 184 millones a 800 millones de personas (García y Via y Xirinacs, p. 111). Es más, resulta que 100 millones de personas trabajan en cooperativas en el mundo, lo que supone 20 millones más que en empresas transnacionales (ídem). Este es sin duda un fracaso del modelo cooperativo: no haber sido capaz de mostrar públicamente su alto nivel de implantación real y sus éxitos. Pero como digo, conseguir espacio público para lo alternativo es, evidentemente, más complicado.
Una de las mayores debilidades de las cooperativas en mi opinión es que éstas dependen de una posición moral, de una forma de ver el mundo y de afrontarlo, de relacionarse con los demás. Algo que no basta con estar recogido en normas, pues nos referimos a las microrelaciones, al día a día de la empresa. "La fortaleza competitiva de las empresas cooperativas recae en el fortalecimiento de sus propias características distintivas"(CIREC, p152). Y, sin embargo, no son pocas las cooperativas que quedan desnaturalizadas, aguadas si se quiere; cooperativas que sólo son tal cosa por la estructura de la propiedad, pero que olvidan los valores que alimentan al modelo, que le dan sentido y que lo hacen competitivo.
Este vicio se suele dar tanto entre los trabajadores como desde las cúpulas de dirección, sintiéndose reticencias hacia las decisiones de las asambleas, hacia aumentos del capital, etc. Para el éxito, el equipo rector tiene que tener lo que se ha venido a llamar "carisma cooperativo" (Paz, p15) y saber difundir ese espíritu entre los trabajadores. Entre los trabajadores el vicio más común es el individualismo, del que ya hemos hablado en secciones anteriores. Y es que en un contexto solidario y cooperativo aparece la posibilidad del "freerider": aquél que abusa de la confianza para su beneficio individual (Paz, p.52) Precisamente argumentábamos que la cooperativa viene a ser útil por su capacidad para apaciguar ese gran inconveniente económico; por tanto, si la cooperativa cae en él de forma desmesurada, la empresa no sólo no alcanzará las ventajas de lo cooperativo, sino que a sus inconvenientes se le sumaran los de cualquier otra empresa capitalista.
Este problema aumenta según crece el tamaño de la empresa, y algunos sostienen que empeora si no se especializa la función de control, aunque esto suponga cierta recuperación del principio de jefatura, de jerarquía, tan disonante con los valores cooperativos. Sin embargo, el factor fundamental es sin duda alguna la moral personal. No basta poner muchos policías pues, ¿quién será el vigilante del vigilante? Lo que se necesita es que todos los miembros participen de los valores comunes. Esto, por ejemplo, en Mondragón parece haber funcionado gracias a su localismo y su base religiosa, que permite que los "mecanismos de sanción social" funcionen plenamente (Paz, p53)
Una de las grandes críticas contra las cooperativas apunta contra la adecuación de las decisiones que puede tomar una asamblea. En estos casos estamos por tanto en ataques, ya no contra la cooperativa, sino contra los sistemas democráticos en general. Se duda de la capacidad de los trabajadores para tomar las decisiones correctas. Por un lado, ya hemos hecho referencia a lo dogmático de este "correctas": el futuro es ciertamente imprevisible, y las racionalidades a tener en cuenta son diversas y, a veces, opuestas. Pero además, en mi opinión, una organización democrática no significa que todos los miembros reunidos tengan que tomar decisiones sobre todos los asuntos, por muy técnicos que sean; lo que sí significa es que estarán informados de las decisiones y que, si quieren oponerse a ellas, podrán. No significa que las decisiones las tomen directamente todos, sino que la asamblea mantenga el control final sobre la agenda y las decisiones finales. Y esto se asienta sobre valores como que nadie puede decidir mejor que nosotros mismos lo que nos conviene, que todos somos iguales en lo fundamental, que todos podemos entender los argumentos si se nos explican de forma adecuada y que, por tanto, nadie sabe mejor que uno mismo sobre qué no sabe, sobre qué temas es conveniente delegar (esta defensa de la democracia puede leerse en extenso en el libro de R. Dahl, La democracia y sus críticos, Paidós, Barcelona, 1992). Lo importante de las decisiones, eso sí, es que sean tomadas. Como GARMENDÍA destaca, existe una "significativa correlación entre cantidad de poder y resultados económicos", más allá de cómo se distribuya ese poder.
Dice GARCÍA RUIZ que, "la descentralización de la autoridad supone con frecuencia la renuncia a ventajas competitivas como las derivadas de las economías de escala y de la curva de aprendizaje" (p 58) Si bien el segundo punto nos vuelve a remitir al tema de las decisiones correctas y la experiencia a la hora de decidir, el primero -las economías de escala- nos remiten a un nuevo problema. Especialmente es así si tenemos en cuenta que la participación requiere estructuras no muy extensas, no sólo para que ésta sea efectiva, sino también para mantener el sentimiento de pertenencia a la organización. Es por esto mismo que algunos autores consideran que para poder sobrevivir, es inevitable la concentración empresarial, lo que traería beneficios para el trabajador, que sentiría que el proyecto tiene posibilidades reales de transcendencias, de impulso para el cambio de la sociedad, lo que le sitúa en una posición de prestigio y orgullo, además de aumentar su seguridad. Sin embargo, esto tiene el peligro de una contaminación "por valores externos" (García Gutiérrez en Paz, p34- 42). Por estas mismas razones acaba diciendo PAZ que el cooperativismo de segundo grado es "el destino natural de las cooperativas" (p 183), en un proceso que ya hemos visto en el caso de Eroski con sus luces y sus sombras.
Por otro lado, hemos dicho que las cooperativas pueden encontrar condiciones más favorables en el mercado gracias a la conciencia de los consumidores/trabajadores de los beneficios sociales que las éstas conllevan. Sin embargo, las cooperativas, como también hemos dicho ya, son unas grandes ignoradas, quizás por no encajar en la cultura o ideología hegemónica. Tenemos poco conocimiento de como funcionan, o incluso de si funcionan. Pocas veces somos conscientes de que el producto que consumimos viene de una cooperativa (el ejemplo de Eroski es quizás el más sangrante, por su tamaño e importancia simbólica) y aún en menos ocasiones, ante un problema común -ya sea financiero, inmobiliario, de carestía de un servicio o bien, etc.- se nos ocurre que uno de los tipos de cooperativas que hemos visto pueda ser solución: simplemente el modelo se encuentra fuera del juego de nuestra consciencia. De esta forma, la cooperativa que renuncia a la persecución del mero interés económico para volcarse en la calidad y el bienestar común, se encuentra abandonada por esa misma sociedad hacia la que se vuelca y que pretende mejorar.
Otro tema recurrente, y que en el caso de Eroski hemos visto, son los problemas de financiación. Las cooperativas, de hecho, fundamentalmente se auto-financian. Esto tiene algunas consecuencias perniciosas para su viabilidad. No solo dificulta la entrada de capital, sino que nos encontramos con una “gran concentración del riesgo” (Paz, p.52). Debemos tener en cuenta que en una cooperativa no hay “participaciones libremente transferibles” (Paz, p50); ni la entrada ni la salida resultan fáciles: para entrar se requiere aportar capital y al salir no siempre se recupera todo. De esta forma, quien entra lo hace tras una seria reflexión, igual que se piensa mucho el aumentar el capital.
Se desmotiva por tanto la inversión, incluso llegando a ser rechazados proyectos que pudieran ser una fuente de grandes ingresos, que generasen empleo o redujeran los costes. Sólo invertirás si no tienes ninguna duda sobre tu permanencia, lo que no suele ocurrir: de esta forma puede caerse en el cortoplacismo. Pero, además, las dificultades que supone la salida de una cooperativa fomentan que aumente el disenso dentro de ésta. Esto puede llevar a peores decisiones, o a menos decisiones, y en cualquier caso, con mayor coste de las "actividades en búsqueda de influencia" (Paz p.57).
Para terminar, queremos mencionar un pequeño dato que nos resultó ciertamente sorprendente, y a la vez muy simbólico. Se trata del hecho de que las cooperativas tienen que saber cuánto ganan para poder repartirlo. Esto, que parece una perogrullada, no tendría importancia si no fuera porque tantas y tantas pequeñas empresas no hacen balances contables rigurosos, si no que simplemente utilizan las ganancias para pagar los gastos, y el resto queda para el empresario como beneficios o plusvalía, pero en tal confusión con sus cuentas privadas que en muchas ocasiones no es posible contabilizar los beneficios reales de la empresa. Esto, que posiblemente constituya hasta un delito, facilita las operaciones, engrasa el sistema. Pero es un lujo fuera del alcance del cooperativismo -o, al menos, muy en contraste del ideal cooperativo.
Decíamos antes que este pequeño detalle resulta simbólico. Lo es porque, aunque las cooperativas supongan unas grandes ventajas para las sociedades en que se desarrollan en términos ecológicos, humanos y hasta racionales, afrontan por esto mismo unos costes a veces insoportables, sólo superables con el apoyo de esa misma sociedad que de su existencia se beneficia. Por tanto, es responsabilidad de todos contribuir a la buena marcha de aquellos proyectos que se nos muestren como sinceros y realmente anclados en los principios que tanto hemos enfatizado. Es el momento de vivir más responsablemente. Es el momento de un cambio.

























BLOQUE II:

LOS PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS


1. ORIGENES Y CAUSAS

Los presupuestos participativos surgen como reacción a un sistema político de democracia representativa y a la política económica de los presupuestos (diseñada hasta entonces exclusivamente por el gobierno). El propio concepto de presupuestos participativos hace referencia a los dos ámbitos que lo originan: el económico y el político. De ahí que ahora vayamos a ahondar en cada uno de estos aspectos para tener una idea más global del término.
En el plano económico, los presupuestos tradicionales surgieron como un instrumento de control y fiscalización de la actividad financiera del Estado siguiendo una serie de principios económicos que rigen los criterios a seguir (limitación cuantitativa del gasto público, equilibrio presupuestario anual, neutralidad impositiva), políticos que determinan quién debe diseñar el presupuesto (competencia, anualidad, universalidad, especialidad, publicidad, unidad presupuestaria, en definitiva se trata de un control parlamentario sobre el Gobierno, es decir un equilibrio de poderes y distribución de competencias) y contables que determinan cómo debe ser ese diseño (presupuesto bruto, ejercicio cerrado, tesorería única, especificación).
Desde la II GM este modelo ha entrado en crisis por una necesidad de flexibilización de los principios, ya que muchos de ellos se han quedado obsoletos por factores determinantes como la Gran Depresión, las dos guerras mundiales, la “revolución keynesiana”, el estado de Bienestar y la generalización de la “planificación indicativa” que han configurado un nuevo marco político-económico. La elaboración de los presupuestos está condicionada precisamente por estas dos esferas: la política y la económica-financiera. Se necesita un compromiso entre ambas, ya que presupuestar significa elegir qué se va a llevar a cabo y cómo. También debe atender a finalidades como instrumento de control del gasto público (del que es responsable cada unidad gestora de la Administración Pública), ser un elemento al servicio de la gestión pública y una herramienta de política económica (dado que indica la dirección de la economía nacional, su equilibrio macroeconómico, puesto que refleja el empleo, los precios y la balanza de pagos y la equidad mediante la redistribución de la renta a través del gasto público). Es decir, la evolución de los sistemas presupuestarios muestra el paso de instrumentos de rígido control de la actividad económica del sector público a sistemas presupuestarios enfocados al servicio de la gestión pública eficaz.
De ahí en adelante surgieron varios modelos presupuestarios entorno a los años 50 (presupuesto de ejecución, presupuesto por programas, que es el más extendido en la actualidad y el presupuesto en base cero).
También en este contexto aunque más tardío (años 80) surge el que nos atañe, que es el de los presupuestos participativos. Su singularidad reside en que es un modelo surgido desde los movimientos sociales, es decir, desde abajo (bottom-up) y que se trata por ahora de un modelo presupuestario del ámbito local o municipal. Tiene la variante de áreas territoriales (barrios y distritos) y la variante temática (materia urbanística, sociales, culturales, etc.). Los principios que rigen este modelo que vamos a estudiar en profundidad son:
- participación de los ciudadanos (directa y representativa)
- combinación de criterios políticos y técnicos en la toma de decisiones
Este modelo tiene ventajas político-económicas (ya que fomenta el espacio de participación pública de los ciudadanos y contribuye a la ética económico-presupuestaria) y administrativas (mejora la coordinación entre las necesidades ciudadanas y los Ayuntamientos, en áreas concretas, aumentando la eficacia). A su vez necesita de ciertas condiciones para que funcione de forma satisfactoria como la eficiencia administrativa del gobierno local, la solidez de las organizaciones ciudadanas y que se dé una controversia entre la democracia directa y representativa (acaba siendo representativa en el sentido de que la asamblea está constituida por asociaciones de vecinos, por lo que siempre quedarán al margen colectivos o y/o personas no asociadas).
En el plano político, también cabe hablar del origen y las causas que llevaron al surgimiento del modelo de los presupuestos participativos. El sistema de gobierno democrático juega un papel fundamental, ya que es el único sistema en el que se puede y debe enmarcar una iniciativa como la que nos atañe. La democracia ateniense nos sirve como referente histórico de democracia directa (salvando las distancias y teniendo en cuenta quién era ciudadano y quién no) ya que todos los ciudadanos de la polis intervienen en los asuntos de interés común y ejercen sus derechos políticos. En el S XIX se ha consolidado el Estado-Nación, se asumen las ideas de la revolución francesa y se implanta la revolución industrial, lo que conlleva a una considerable complejización del entramado institucional y una población mucho más numerosa, lo que conlleva un sistema de democracia representativa. Aparece la figura de la representación delegada a través de unas elecciones y el sistema de partidos como canalizadores de las distintas ideas acerca de la vida social. Siendo hasta ahora el sistema vigente en las democracias actuales. Sin embargo, hay ciertos límites que están retando este tipo de democracia. Fundamentalmente el de la participación política. La insatisfacción ciudadana respecto a esto ha sido el detonante para el surgimiento de una serie de movimientos sociales que entre otras reivindicaciones, propuso en su día la de los presupuestos participativos. Siguiendo las causas que de insuficiencia democrática que señalan Ernesto Ganuza Fernández y Carlos Álvarez Sotomayor, podemos citar las siguientes:
limitación de la participación a votar cada cuatro años
las instituciones que resultan quedan lejos de la ciudadanía y de sus intereses
sus poderes se establecen a través de un sistema de partidos, con escasa democracia interna, cada vez menos foro de debate y más maquinaria electoral
produce “políticos con cargo” con voluntad de permanencia, “gestores encapsulados” autocomplacientes y poco sensibles al sentir del ciudadano
en vez de ciudadanos se generan consumidores y súbditos

Por otro lado, también señalan acertadamente, que teniendo en cuenta que hay muchos asuntos candentes de la actualidad que nos afectan a todos, pero que se escapan y trascienden las fronteras del ámbito nacional, por lo que otra lógica es necesaria. Por lo que creemos relevante señalar lo que ellos también apuntan:

Los ciudadanos resolvemos nuestra vida según niveles distintos de articulación social: desde lo local hasta lo mundial, pasando por lo regional, lo nacional y transnacional.
Estos distintos niveles son competentes en su área sin que resulten incompatibles entre sí.
En el contexto de una mundialización progresiva, podemos constatar la consolidación natural y hasta reactiva de lo local (lo local tiene su espacio propio, con competencias que se amplían progresivamente, las actividades mundializadas terminan aterrizando allí dónde la gente vive, el vértigo de lo distante y de lo inabarcable produce una mayor afirmación de lo local, desde el municipio se pueden generar dinámicas que se elevan bastante más allá de nuestras fronteras nacionales). (Ganuza Fernández y Álvarez Sotomayor, 2003, págs. 16-18)

Por estas dos cuestiones: la deficiente democracia de los actuales sistemas de gobierno y la importancia en auge de lo local frente a lo estatal, los presupuestos participativos suponen una posibilidad y una alternativa interesante de encauzar la democracia representativa hacia una democracia participativa, en la cual el ciudadano vuelve a adquirir cierto protagonismo en la vida política de la comunidad y además puede participar de pleno derecho en la toma de decisiones de cuestiones que le van a afectar directamente. Precisamente en el desarrollo de proyectos locales, es dónde se está haciendo la más importante labor de recuperar procesos más democráticos y en lo que realmente las personas de a pie pueden implicarse y ver la evolución y los frutos de su trabajo conjunto. También de esta forma las instituciones políticas pueden hacer efectiva la premisa de que la legitimidad que poseen venga del supuesto pueblo soberano, al identificarlos como uno de los actores que de hecho participa en el día a día de la vida política.

2. DEFINICIÓN DE LOS PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS

Bajo presupuestos participativos entendemos que ciudadanos que no ostentan un cargo político toman parte del diseño y/o puesta en marcha de las finanzas públicas.
En su implementación posterior se han añadido cinco condiciones (para diferenciarlo de otros tipos de participación ciudadana):

1. El objeto a discutir siempre estará centrado en aspectos financieros, es decir, siempre se discutirá a cerca de recursos limitados.
2. La participación siempre estará adscrita a un municipio o distrito con competencias político-administrativas.
3. Se trata de un proceso dilatado en el tiempo (para diferenciarlo de un referéndum o un evento concreto).
4. Las decisiones tomadas siempre se tienen que basar en un previo proceso deliberativo que se llevan a cabo en el marco de unos foros especialmente diseñados para ello.
5. Los organizadores deben que rendir cuentas y redactar en protocolo los resultados de los debates.

A groso modo, el modelo de los presupuestos participativos se desarrolla según las siguientes etapas:
1. celebración de asambleas por barrios/distritos para determinar las prioridades del gasto, rendir cuentas y elegir a sus representantes
2. de entre los representantes se eligen los consejeros del presupuesto y estos definen la estrategia del municipio
3. discusión de la propuesta final del proyecto de presupuesto y envío al gobierno municipal para que se apruebe en el pleno


¿Para qué sirven los presupuestos participativos?
Como ya hemos venido diciendo, el principal objetivo es la participación directa de la ciudadanía en este proceso, con el fin de plasmar las principales demandas y propuestas de los ciudadanos en materia de gasto público (actividades, inversiones públicas...), priorizando entre todos los participantes y realizando un seguimiento de los compromisos adquiridos para de las decisiones tomadas tengan cabida en una parte del presupuesto local. Con esto se pretende a mayor alcance que la ciudadanía no sea simple observadora de los acontecimientos y decisiones sino que pueda convertirse en protagonista activa de lo que acontece en su propia ciudad, profundizando así en el objetivo de una democracia más participativa y brindando a los ciudadanos la oportunidad de conocer los mecanismos necesarios. A su vez, se busca entre todos y todas soluciones que se correspondan con las necesidades y deseos reales que expresen los participantes y además fomentar la reflexión activa y la solidaridad por cuanto los vecinos y vecinas tienen la oportunidad de conocer y dialogar sobre los problemas y demandas del resto. De esta forma se puede lograr una mayor transparencia, eficiencia y eficacia en la gestión municipal, al compartir entre representantes políticos, personal técnico y ciudadanía el debate acerca de en qué se van a gastar los impuestos en definitiva. Por último todo esto influye en una mejora de la comunicación entre administración y ciudadanía, generando espacios de debate entre representantes políticos, ciudadanos, colectivos y personal técnico.
También nos sirve de gran ayuda, las reflexiones de Boaventura de Sousa Santos respecto al tema que nos ocupa. El proyecto de los presupuestos participativos se sitúa en el marco de una mundialización contrahegemónica (es decir, en contraposición a la globalización neoliberal hegemónica) ya que al incluir a la ciudadanía en los procesos de política económica locales, se pretende luchar contra la exclusión, desposesión y discriminación, dando así la oportunidad a los diferentes colectivos de las ciudades (sobre todo en el caso brasileño) a tener voz y voto en los debates conjuntos. Además es importante resaltar que el modelo de Porto Alegre ha trascendido las fronteras de lo local con gran fuerza e impacto sobre todo el mundo, creando una red subalternas con ideas y propuestas similares.
Una vez vistas las causas económicas y políticas del surgimiento de los presupuestos participativos y la definición, pasaremos a analizar el caso paradigmático al que llevamos haciendo referencia: Porto Alegre, que fue el primer caso y sobre el cual se basan posteriores propuestas implementadas en municipios de diversos países a lo largo del globo.


3. ESTUDIO DE CASO: PORTO ALEGRE
El proceso participativo de Puerto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, en el extremo oriente de Brasil es uno de los casos paradigmáticos de la democracia participativa. Se trata de una novedosa técnica de gestión pública que introduce en el proceso de toma de decisiones a la red asociativa de la ciudad.

ANTECEDENTES
El surgimiento de los presupuestos participativos de Porto Alegre tiene su origen en las necesidades de democratización que surge en Brasil en oposición a la dictadura militar que va desde 1964 hasta 1985. Tras este periodo militar, en 1985, el Frente Popular[1] conquista la alcaldía de Porto Alegre en las elecciones municipales de 1988. En esta ciudad se desarrolla un modelo ejemplar de gobierno local democrático. El contexto político era de gran efervescencia que coincide con procesos de movilización y organización populares en pro de la atención a las reivindicaciones de bienes y servicios ante el poder público. De esta manera van surgiendo nuevas experiencias políticas donde la interlocución entre las administraciones y las organizaciones civiles se va haciendo mayor, ejemplo de ello son las ciudades de Lages, Boa Esperança y Vila Velha, casos que algunos autores como Ernesto Ganuza describen como los precursores en la democratización de la gestión pública. Durante los años ochenta en los proceso de toma de decisiones irán confluyendo diferentes actores de la vida social, quizás el caso más destacado por ello sea el de Porto Alegre donde las clases populares, a través de sus redes asociativas, excluidas hasta entonces de los procesos de toma de decisiones políticas, logran constituirse como verdaderas fuentes de poder relativamente independiente de los poderes institucionales. Definitivamente la transición brasileña a la democracia es una variable determinante que nos ayuda a explicar la aparición de este tipo de iniciativas políticas en un contexto de agitación social en pro a la participación ciudadana y a la democratización del país. Si en un principio muchas de las organizaciones sociales se referían a los presupuestos participativos como una más de sus reivindicaciones a mediado de los años ochenta la idea de los presupuestos participativos se configura como una reivindicación central de las diferentes organizaciones sociales mejor constituidas como por ejemplo Vecinos de Porto Alegre (UAVPA) e instituciones de asesoramiento como Federación de Órganos para la Asistencia Social y Educacional (FASE) que plantean pasar de de la defensa general del compromiso a ampliar la participación popular en las discusiones presupuestarias para la constitución efectiva de un Consejo Municipal del Presupuesto [2]
Porto Alegre es una de las ciudades al sur de Brasil industrialmente más desarrolladas, con una población de 1.420.667 habitantes aproximadamente, los partidos izquierdas y los sindicatos ocupan un lugar destacado como agentes sociales de la ciudad. En las elecciones municipales de 1988 estos colectivos, aglutinados en el Frente Popular, tuvieron como objetivo fundamental renovar su discurso político que planteaba la posibilidad de instaurar un gobierno popular en el que se pudieran transferir responsabilidades y poder a los ciudadanos y sus organizaciones. Se trataba de crear nuevos espacios de decisiones en la estructura institucional del estado (las organizaciones municipales), enfocadas desde una perspectiva de gestión o administración compartida.
LOS CAMBIOS INSTITUCIONALES
Tras el éxito en las elecciones de 1988 por parte del Frente Popular, las nuevas instituciones políticas tenían que tener como eje central el principio de la “participación popular”, emblema de la lucha social que había precedido a la coalición de izquierdas. “La prioridad de inversiones” era otro de los principios fundamentales que estas nuevas instituciones debían ostentar, es decir centrarse en aquellas áreas y sectores sociales históricamente desfavorecidos o desatendidos por las políticas públicas. En este punto se establece un debate entre los que propugnaban un gobierno comprometido con los intereses y demandas de las clases más pobres y los que defienden la idea de una administración que actuara en el conjunto de la ciudad[3]
La gran cuestión que se planteaba desde el gobierno del Frente Popular era transformar unos principios programáticos en iniciativas concretas y factibles para la gestión pública. Por otro lado la administración municipal carecía de recursos materiales con los que llevar a cabo un proyecto de tal magnitud como lo eran los presupuestos participativos, por lo que existía una necesidad imperiosa de llevar a cabo una reforma tributaria que le diese vía libre a la creación de proyectos participativos que cubriera las demandas de este tipo de proyectos.
El paso más destacable en los primeros años de gobierno es el inicio de la discusión pública de presupuesto municipal, denominando a esta incipiente experiencia Presupuestación, este proceso político pudo llevarse a cabo, claro está, por la voluntad política del gobierno que debía poner en marcha la reivindicación central de los movimientos comunitaristas y estructuras representativas: la participación en los procesos de toma de decisiones en la asignación de recursos municipales (GANUZA/ ÁLVAREZ, 2003, 42). En caso de Porto Alegre no había una propuesta cerrada a la hora de diseñar los procedimientos de participación, había una actitud comprometida para discutir los distintos rumbos que las cuentas públicas debían tomar. Tras la primera sesión proliferaron el número de asambleas en el período comprendido entre el 14 y el 18 de agosto de 1989 en cinco grandes regiones administrativas. La discusión inicial, dirigida a plantearse el presupuesto participativo, fue abanderada por los sectores sociales más organizados y comprometidos con el proyecto que poseían una experiencia anterior colectiva organizada tras los años de la dictadura militar brasileña.
Además de la discusión centrada en pro a la intervención de los agentes sociales en los procesos de toma de decisiones políticas quedaba aún otro gran tema por discutir, que era la elaboración de un método o dinámica de participación que hiciese viable el proyecto de los presupuestos para lograr una eficiencia y una eficiencia que ilegitimizase la intervención ciudadana en las cuentas públicas de la ciudad.
Como ya planteábamos anteriormente la primera discusión sobre los presupuestos se realizó en 1989 y no estuvo amparada bajo el paraguas de ninguna metodología a priori. A la hora de llevar a cabo el proyecto se partía de la idea general de estimular la intervención organizada para la definición de un presupuesto público. Así que de esta forma el formato o la metodología de trabajo se construyó a la par que su implantación, lo que se refleja en el surgimiento de 15 nuevas regiones en la introducción de una segunda ronda de plenos regionales que iba más allá de plantearle al parlamento municipal la llamada “pieza presupuestaria”.
El proyecto de elaboración del presupuesto municipal siguió caminando sin una metodología clara de acción pero con una red social muy bien organizada, lo que supuso innumerables debates iniciales. Las críticas dirigidas hacia el poder público acentuaron las debilidades de este para dirigir el proceso organizativa e institucionalmente. Por lo que para las organizaciones sociales parecía fundamental ampliar la posibilidad de acceso a los bienes públicos por parte de las clases bajas de la ciudad, tradicionalmente excluidas de los procesos políticos y con una escasa cultura organizativa y participativa. Esta es una de las reivindicaciones fundamentales del Frente Popular y concretamente del PT que entendían que había que avanzar en la concreción de los instrumentos políticos, jurídicos e institucionales que garantizaran el funcionamiento del presupuesto participativo frente a la herencia reciente de los veinte años de dictadura militar caracterizados por la ausencia de la participación ciudadana. Así que este paso se materializa cuando a finales de 1989 y a principios de 1990 diferentes grupos populares y organizaciones no gubernamentales (ONG) que trataban de encontrar viabilidad en el proyecto de los presupuestos proponen y consiguen incluir en la Ley Orgánica de Porto Alegre artículos que hacer referencia a la participación ciudadana en la elaboración de presupuestos municipales, incluyendo el nº 116 (Leyes de iniciativa del Alcalde Municipal) que establece que:
I) El plan plurianual de inversiones.
II) Las Directrices presupuestarias.
III) Los presupuestos anuales. (GANUZA/ ÁLVAREZ, 2003, 44)

Con la materialización legal de las reivindicaciones de los movimientos populares de la ciudad de Porto Alegre, queda garantizada la participación de la comunidad a partir de las regiones municipales en las etapas de elaboración, definición y seguimiento de la ejecución plurianual de las directrices presupuestarias y del presupuesto anual. (GANUZA/ ÁLVAREZ, 2003, 44)

TRAYECTORIA Y CONSOLIDACIÓN DEL PRESUPUESTO
El año 1990 es un año crucial para el proyecto de los presupuestos. Surge un sector social descontento con el proyecto presupuestario debido a la ausencia de resultados concretos y objetivos; estos sectores cuestionaron la eficiencia del proceso y el sentido de la participación, caminado hacia la desmovilización. También dentro del Frente Popular surgen diferentes planteamientos que cuestionan el proyecto debido a la ausencia de resultados inmediatos. Bajo este clima de descontento, comienza a disminuir notablemente la afluencia de participantes en las sesiones de discusión del presupuesto en 1990.
A pesar de todo esto, el sistema avanzó teniendo como objetivo la viabilidad del proyecto y conseguir la legitimidad perdida. Existe cierto consenso entre los expertos en que estos objetivos (la viabilidad del proyecto y conseguir una legitimidad perdida) se consiguieron por la importancia que tuvo la reorganización de la estructura institucional de la alcaldía plasmada en la creación del Gabinete de Planteamiento (GAPLAN) y su articulación con la Coordinación de Relaciones Comunitarias (CRC), organismos que se perfilaron como nuevos organizadores y productores de la discusión del presupuesto. Además de esto, habría una reforma tributaria que estableció la actualización y recomposición de los valores de una serie de impuestos municipales y el de la posibilidad abierta de hacer inversiones, implantar nuevas obras y servicios públicos.
También hay otro elemento al que no se le suele dar especial importancia y es la orientación y ordenación de la discusión presupuestaria. Se pasa de la improvisación de 1989 a una metodología clara y transparente en 1990 donde se divide la ciudad en 15 “microregiones” a las que hay que dar prioridad en términos de inversión municipal, para lo que se constituyó un sistema de criterios que sirvió de parámetros para la elección y gerarquización de los objetivos en las inversiones gubernamentales. Este sistema se trataba de un sistema de “pesos” cuyo objetivo era direccionar los recursos e inversiones hacia las poblaciones carentes de bienes y servicios públicos de la municipalidad. Hay que exponer la preponderancia del protagonismo que obtienen los sectores más pobres de la población en las discusiones del presupuesto. Los criterios de pesos son:

1. Movilización popular- Peso 1
2. Importancia de la región para el desarrollo urbano de Porto Alegre- Peso 1
3. Poblaciones ubicadas en áreas carentes- Peso 2
4. Saneamiento, infraestructuras, equipamiento y servicios públicos- Peso 3.

La movilización popular como criterio de inversión es un factor relevante debido a que apunta hacia el esfuerzo y preocupación natural del gobierno por favorecer el diálogo con las organizaciones y entidades del movimiento obrero y popular, a la vez que actúa como agente comprometido con el esfuerzo de fortalecer y perfeccionar dicho sistema. En este punto se refleja la voluntad de afianzar el sistema de cara al futuro, que el proceso se consolide en caso de cambios o retrocesos en el concierto de las fuerzas políticas con el retorno de partidos de corte conservador.

LA DINÁMICA Y FUNCIONAMIENTO DE LOS PRESUPUESTOS
La dinámica del presupuesto se desarrolla fundamentalmente en dos grandes rondas:
La primera, ocurre en el periodo que se inicia al final de la primera quincena de marzo y termina a principios de la segunda quincena de abril, a través de asambleas públicas en cada una de las “microregiones”, además de seis asambleas temáticas las cuales no están constituidas por áreas geográficas, sino por temas y cuya implementación trataba de introducir en la discusión del presupuestos a otros sectores de la sociedad como empresarios, comerciantes, sindicalistas, estudiantes, agricultores, organizaciones culturales y ciudadanos en general que aún no habían participado en el proceso de discusión de los presupuestos participativos. Las reuniones son convocadas con anterioridad por medio de radio, televisión etc, siendo abierta a la participación del público interesado, esté o no vinculado a algún tipo de organización.

Dinámica del presupuesto
-16 ZONAS O REGIONES.
-6 ÁREAS TEMÁTICAS:
–Transporte y circulación.
–Educación y ocio.
–Cultura.
–Salud y bienestar social.
–Desarrollo económico e impuestos.
- Organización de la ciudad, desarrollo medioambiental, y urbanístico.












Proceso de la participación
Cada asamblea está constituida por un alcalde “Prefito”, el Coordinador General de Presupuesto (CAPLAN), y los consejeros elegidos el año anterior (CRC), por microrregión o asambleas temáticas. En cada una de las asambleas el gobierno municipal informa del plan de inversiones del año anterior y del año en curso, de modo que la población puede evaluar las cuentas presentadas. La población elige sus delegados, cuyo número depende del número de participantes en la reunión y que formará parte del foro de delegados de la región o de la temática. Junto a los consejeros, los delegados coordinan todo el proceso de debate con la población sobre los temas, servicios y obras dentro de las “microrregiones”.
El proceso de participación está constituido por varios procedimientos protocolarios, estos responden a diferentes fases de elaboración del presupuesto y de elección de los miembros de los foros de discusión.
· Reuniones Intermedias: se dan en cada una de las microrregiones y de las áreas temáticas, van desde la primera quincena de marzo hasta la primera de julio. El objetivo de estas reuniones es que la población realice reuniones autónomas para elegir sus prioridades temáticas y jerarquizar obras. La alcaldía suministra informaciones técnicas para ayudar en las discusiones.
· Asamblea o Ronda: es la segunda reunión y se realiza en la primera quincena de junio y finaliza en la primera quincena de julio, según los criterios de la primera ronda. En esta reunión o ronda el gobierno municipal presenta los gastos y las estimaciones de ingresos para el año que viene. También en estas reuniones la población, mediante democracia directa y en cada una de las regiones y áreas temáticas, dos consejeros titulares y dos suplentes para representara en el Consejo del Presupuesto participativo, siendo el mandato de un año de duración con posibilidad de reelección.
· El Consejo del presupuesto participativo: Son elegidos en total 32 consejeros titulares en las 16 regiones y diez consejeros en las cinco plenarias temáticas con sus suplentes. Estos consejeros portan las prioridades de su respectiva región o asamblea temática para que elaboren junto al gobierno el presupuesto público y el plan de obras para el año que viene. La Comunidad en esta segunda ronda entrega al GAPLAN sus prioridades más importantes, por otro lado las áreas temáticas también entrega al GAPLAN un documento con las directrices y prioridades de las políticas sectoriales de servicios y obras estructurales.
La fase siguiente es la elaboración de la primera matriz presupuestaria para la asignación de recursos financieros, realizada por el GAPLAN para obras y servicios de las diferentes regiones de la ciudad. Esta matriz es examinada por la Junta Financiera de Gobierno, siendo enviada a los órganos de la municipalidad. Por otro lado la una secretaría y departamentos de cada municipalidad, entre julio y agosto, elaboran sus propuestas presupuestarias La Propuesta es entregada al Consejo del Presupuesto Participativo. Las etapas posteriores son dedicadas a compatibilizar las prioridades del Consejo del presupuesto participativo y del gobierno municipal, la redacción final de la propuesta presupuestaria, en el mes de septiembre, también la elaboración final del Plan de Inversiones para el ejercicio que viene.

CONCLUSIONES EN BASE AL ESTUDIO DE CASO
El Presupuesto Participativo goza de importancia, por un lado, por la evidente relevancia de la experiencia aquí relatada. Tratar de identificar sus aciertos y sus errores es de vital importancia para la teoría política.
La primera gran interrogante que nos encontramos proviene de aquellos que dudan de la capacidad del sistema para convertirse en instrumento de cambio en los patrones de asignación de los recursos públicos. La cuestión es ¿puede la dinámica del presupuesto participativo romper con la tradicional tendencia a concentrar los bienes y servicios públicos en las áreas más ricas y bien servidas de Porto Alegre? (GANUZA/ ÁLVAREZ, 2003, 52)
Las opiniones son diversas, están aquellos que entienden que el caso de Porto Alegre es un ejemplo de políticas redistributivas y hay quienes niegan tal afirmación. Pero la idea mayoritariamente aceptada es que el caso de Porto Alegre es un ejemplo de profundización en los valores democráticos.
Por otro lado existe el debate que se refiere a la eficiencia en el uso de los recursos públicos, los ideas que avalan esta afirmación reside en el hecho de que sus sistema reafirma el proceso de control social al permitir una reducción significativa de la corrupción, malversación y despilfarro de los recursos públicos, que históricamente incidieron en la administración nacional y que disminuyen la confianza en los valores democráticos (GANUZA/ ÁLVAREZ, 2003, 53). Por esta razón el presupuesto participativo de Porto Alegre tiene como principal mérito introducir a sectores sociales históricamente excluidos de los procesos de toma de decisiones políticas. El proceso de elaboración de las instituciones del presupuesto participativo supone un nuevo enfoque que genera una ruptura con las formas clientelares y autoritarias que acompañaban a la política brasileña.


· De Antecedentes

1. Nos encontramos que el caso de Porto Alegre es una iniciativa por un lado vertical ya que son las administraciones municipales las que abren las puertas hacia un cambio político de redistribución en la ciudad y por otro lado horizontal, ya que el cambio se basa en procesos de participación de democracia directa.
2. La transición democrática brasileña es un factor fundamental en el surgimiento de este tipo de iniciativas. Una transición en la que la movilización social tiene un papel fundamental abogando por elecciones directas al presidente del Estado federal.
Además crea una red asociativa de partidos políticos, asociaciones vecinales, sindicatos, etc que son la base de las reivindicaciones que abogaban por la creación de presupuestos participativos en la ciudad de Porto Alegre.

· Del Proceso de creación institucional.

3. Diseñar un cambio institucional basado en estimular la intervención organizada para la definición de un presupuesto público. Bajo esta premisa se plantea la elaboración de los métodos de participación de los que se extrae que, los colectivos no pretendían improvisar en la creación de los presupuestos, sino que pretendían trabajar sobre estos de una forma previamente reflexionada.
4. Voluntad Política, es fundamental a la hora de entender el surgimiento de este tipo de iniciativas, en el caso de Porto Alegre la voluntad del Frente Popular y concretamente del PT de introducir esta iniciativa en la agenda política nos desvela la importancia de la voluntad política en este tipo de iniciativas y también que el caso de Porto Alegre se trato de un cambio no sólo producido de abajo- arriba, sino también de arriba-abajo.
5. Una metodología de trabajo elaborada a la vez que se desarrollaba la experiencia que podría resultar espontánea y desorganizada, pero que en realidad se sustentaba, inicialmente, en redes sociales ya organizadas que trabajaban bajo la premisa de la participación.
6. El cambio institucional es un intento de romper con los esquemas históricos de participación política en Brasil.
7. La orientación y ordenación de la discusión presupuestaria. El énfasis puesto en el proyecta tras las elecciones de 1988 no deja ver las carencias que metodológicas en la organización, lo que supone la incapacidad del mismo a la hora de lograr objetivos concretos y resultados inmediatos, lo que se materializa en una crisis de credibilidad del proyecto en 1990. Pero con la creación de organismos públicos como del Gabinete de Planteamiento (GAPLAN) y su articulación con la Coordinación de Relaciones Comunitarias (CRC) cuyos objetivos principales eran viabilizar proyecto a través de la orientación y ordenación de la discusión presupuestaria, se logra recuperar esa legitimidad perdida al introducir a mediadores y expertos sociales que orientaban y organizaban los debates públicos.
8. El presupuesto participativo de Porto Alegre establece un sistema de inversión en las regiones donde priman elementos populares como la movilización. Sistema que ayuda a fomentar la movilización y organización apremiando a aquellas regiones con un mayor índice de movilización ciudadana, lo que asegura el afianzamiento de del sistema de cara al futuro y en el caso de cambios políticos adversos al mismo. El resultado de esta política es una red asociativa vinculada al sistema presupuestario.


[1] Una coalición de partidos políticos de izquierda inicialmente configurada por el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Comunista de Brasil.
[2] Ganuza Fernández / Álvarez de Sotomayor, 2003, 40
[3] Ganuza Fernández / Álvarez de Sotomayor, 2003, 41


4. ANÁLISIS Y LIMITACIONES
Un problema grave que salta a la vista a cerca de estas propuestas de mayor integración de los ciudadanos en la vida pública, es que precisamente el concepto de ciudadanía tiene varias y graves limitaciones, puesto que cualquier persona que no esté censada o registrada, automáticamente es un mero habitante de la ciudad que en teoría no disfruta de las ventajas jurídicas (y por ende tampoco de los derechos) atribuidos a los que sí son ciudadanos. Una gran parte de las ciudades brasileñas vive bajo el umbral de la pobreza y los que son extremadamente pobres no tienen acceso real a la participación en el diseño de los presupuestos, por lo que no pueden plasmar o dar a oír sus propuestas. En Europa la situación es que una parte importante de la población de las grandes ciudades es inmigrante (muchos de ellos por desgracia sin papeles) por lo que estos colectivos suelen quedarse fuera de todos estos procesos de democracia participativa. Esto significa un reto actual para los presupuestos participativos, el hecho de lograr que estas comunidades también participen (también aquí se puede incluir que también es un reto y un esfuerzo conseguir que los más jóvenes tengan interés en la participación, lo cual viene estrechamente de la mano de una educación para la ciudadanía que incluya una percepción y por lo tanto respeto del otro).
Otro de los problemas que surge es que aunque sea una propuesta para evitar el clientelismo, de facto podría pasar (y ha ocurrido) que algunas agrupaciones de vecinos acaben representado a otros vecinos a su vez, con lo que no se solventa de forma ideal el anterior problema de la representación, ya que otros vecinos acaban delegando en esas asociaciones y se desentienden de todo el proceso que es laborioso y que exige una prolongada y constante participación (lo que frustra muchas de las expectativas e ilusiones de los participantes). También puede ocurrir que algunas asociaciones acaben adquiriendo mayor peso que otras (que pueden incluso derivar en prototipo de grupos de interés), por lo cual no se dará un debate paritario.
En este sentido también hay grupos de vecinos que pierden el interés una vez han alcanzado sus objetivos, por lo que no hay una verdadera conciencia de democracia participativa, sino una oportunidad para lograr ciertas metas y una vez adquiridos las propuestas realizadas, la finalidad de la participación se desvanece.
También se habla del empowerment de los ciudadanos, es decir, de una cierta justicia social al conceder a los ciudadanos en mayor desventaja la oportunidad de plasmar sus necesidades, pero siguiendo el análisis que hace Daniel Chávez los objetivos originales de aumento de la participación democrática, estos corren graves riesgos: “Durante el proceso, los ciudadanos y sus organizadores locales construyeron lo que parecía ser una fuente de poder público de base societal, relativamente independiente del gobierno[…]Las raíces populares del OP le confirieron una verdadera influencia en el gobierno local y supusieron una auténtica innovación en la práctica democrática. Es precisamente ese poder popular en la toma de decisiones lo que ahora está en juego en un conflicto muy concreto sobre el significado del presupuesto participativo en particular, y sobre la gobernanza participativa más en general”. (CHÁVEZ, pág. 2)
Chávez denuncia una exportación de este modelo innovador, a cargo del Banco Mundial al resto del mundo ‒con especial hincapié en Europa‒, en una versión muy descafeinada que lo convierte en un proceso consultivo más y pierde su originario poder compartido entre gobierno y entes autónomos populares: “El BM y otros organismos convencionales ‘de desarrollo’ han dedicado enormes esfuerzos a intentar neutralizar las lecciones políticas de Porto Alegre, eliminando sus radicales objetivos originales de ampliación de la democracia y fortalecimiento del poder popular y presentando el presupuesto participativo como una nueva tecnología de gestión pública para lograr un gobierno más eficiente. Actualmente, tanto en América Latina como en Europa, hasta gobiernos municipales conservadores y neoliberales están poniendo en práctica lo que denominan ‘presupuesto participativo’ con la esperanza de que éste les brinde cierta legitimidad democrática mientras persiguen impopulares políticas de privatización y liberación de los servicios públicos.” (págs. 3-4) Esta privatización requiere una descentralización y transferencia de competencias hacia unas organizaciones “de confianza” cuya base no es la deliberación. De esta forma la administración pública ya no tiene que asumir sus fracasos en materia de políticas públicas y además tiene una coartada para venderse como un acercamiento hacia procesos más participativos. Esto es un error, ya que, como señala Chávez: “en el marco de una sociedad muy diferenciada y atomizada, la intervención del Estado era vital para evitar la balcanización de la política pública” (pág. 6). Es una verdadera equivocación pues importar para estos casos tan específicos procedimientos administrativos y directivos del sector (económico) privado. Vemos pues, que aunque se trate de establecer una política en la cual si haya un poder de decisión real por parte de los ciudadanos, el Estado tiene que jugar un importante papel al interactuar con la sociedad civil, y asumiendo su parte de responsabilidad.
En general este tipo de iniciativas se están viendo mermadas y erosionadas a favor de discursos partidistas que únicamente buscan popularidad, pero que no asumen realmente las consecuencias radicales del modelo participativo. No se trata pues de “un Estado que busca socios con los que alcanzar un consenso comunitario sin reducir la preponderancia básica del mercado” (pág. 6), sino de una comunidad política dónde se pueda dar la gobernanza (ésta definida como mecanismo de negociación para formular y poner en práctica políticas que buscan activamente la participación de los actores implicados y de las organizaciones de la sociedad civil, además de los entes y expertos gubernamentales). Si los actuales partidos políticos neutralizan ese poder alcanzado, también lo desarrollado hasta ahora sufrirá una importante esterilización que terminará por mermar toda esa energía creativa volcada en los proyectos comunitarios de participación para mejorar y rediseñar el hábitat.
Por desgracia, en Porto Alegre, tras la derrota del PT en 2004, el nuevo programa de gobernanza solidaria local “parece fomentar la cesión de la forma de decisiones a las ‘comunidades locales’.” (pág. 12) Se reemplaza el foro deliberativo por uno ejecutivo, es decir sin elecciones (y sin “conflicto”) para llegar a acuerdos de responsabilidad conjunta entre los sectores privado, gubernamental, voluntario y comunitario. Éstas medidas en realidad no hacen más que “despojar al Estado de sus responsabilidades mediante ‘partenariados’ que, en la práctica constituyen una nueva forma de privatización de las políticas públicas. Esto exige la subordinación de las organizaciones populares a las normas y los intereses de los más poderosos.” (pág. 12)
De todas formas, no debemos dejarnos desalentar por estas cuestiones, ya que 12 años de ensayo y error han dejado una profunda huella desde la cual ya no hay vuelta atrás. Nos sirve como precedente y como guía para “radicalizar las políticas urbanas y construir los cimientos de democracias más sólidas y profundas” (pág. 13) si nos lo proponemos. Hace falta valor en la sociedad civil y en los municipios para realizar esa maravillosa y gratificante experiencia. También nos hace falta paciencia para ver crecer y madurar sus frutos. Los ciudadanos de a pie tienen mucho que ganar si se atreven a lanzarse a tal aventura. Y la comunidad entera disfrutará de los beneficios que aporta el hecho de que cuanta más gente esté involucrada en rediseñar su municipio.

CONCLUSIONES:

LA PARTICIPACIÓN COMO ALTERNATIVA
El primer punto que podemos destacar es la importancia de los valores intrínsecos a la participación, los valores democráticos, que fomentan el desarrollo de la personalidad como parte de la comunidad, la responsabilidad y que pueden conducir a una mayor felicidad al tomar las riendas de la propia vida y disfrutar de las relaciones personales. Esto es así por encima de las razones económicas, pues nos habla del ser humano en toda su complejidad. También de las exigencias de secretismo y de velocidad en la toma de decisiones.
La participación en ambas modalidades refuerzan y reinventan la legitimidad atribuida al pueblo soberano por las ideas liberales, al acercar procesos que cada vez estaban más alejados de los ciudadanos de a pie. A lo largo del proceso de preparación de este trabajo, hemos reflexionado sobre la figura del ciudadano. Se puede asegurar y, sin temor a exagerar, que hemos asistido a un proceso de desgaste de este concepto. Nosotros consideramos que los ciudadanos debemos preocuparnos por lo que ocurre en nuestro barrio, en nuestro país y más allá de nuestras fronteras nacionales. De hecho la participación nace de la búsqueda de transformación, ya que se participa en aquello que se desea transformar. Un ejemplo de ello es el voluntariado, como un ejemplo de acción social que, sin embargo, consideramos que es rentable para el Sistema, ya que se delega en voluntarios y organizaciones no gubernamentales responsabilidades que deberían ser del Estado.
Nuestra idea de la participación, y lo hemos reiterado en repetidas ocasiones, no se centra en una alternativa reactiva, sino proactiva. El hecho de que el ciudadano participe desde su conocimiento de la realidad permitiría evitar errores de decisiones tomadas desde fuera, ajenas a la realidad y, por lo tanto, fruto del desconocimiento. Cuando nos hemos planteado quiénes deben participar, no hemos dudado en identificar como un problema a los no censados. Es decir, para nosotros la verdadera participación pasa por cuestionar las causas que generan exclusión social y quién mejor que los propios excluidos. De lo contrario, la participación no es verdaderamente transformadora, sino que mantiene la desigualdad establecida. La participación ciudadana se ha reducido a – en el mejor de los casos – votar cada cuatro años en las elecciones. En el caso de Europa, ahora, nos dicen que ser europeo es “compartir el acervo comunitario”. Por ello, consideramos que hay que replantear nuestros mecanismos de participación para que nuestra realidad no se vea reducida a un ultraliberalismo económico, a una división internacional del trabajo – que sólo ha contribuido a ampliar el número de parados y precarios – y a una política mediatizada por la oligarquía de los partidos. En nuestra opinión, esta situación actual se debe a que las fuerzas sociales han sido domesticadas y ya no plantean alternativas argumentadas.
Recordemos que, desde la Revolución Francesa, se reclama la igualdad, la libertad y la fraternidad. Esa solidaridad no se ha implantado 220 años después, porque la humanización no ha llegado a toda las zonas del mundo. Es decir, el Sistema sigue negando a un importante porcentaje del planeta una condición de Humanidad, reservándolo a ser objeto de un proceso de expropiación-explotación y de degradación.
En realidad, en España se puede detectar una escasa cultura participativa. En un informe que hemos consultado de la Fundación Encuentro se destaca que el lastre de la dictadura política secuestró toda vida pública. De esta manera, todavía arrastramos una sociedad marcada por la apatía, el desinterés y la desconfianza social. En este contexto, la participación tanto en el ámbito de las cooperativas, como en el de los presupuestos parece más complicada, ya que existe una escasa tradición. Sin embargo, nosotros mantenemos un limitado optimismo, ya que la disconformidad con la situación actual es evidente. Pero la pregunta sobre qué hacer cuando el ciudadano no quiere participar y prefiere “que le dejen tranquilo” (es decir, renunciar a la democracia) es un problema que sigue resonando en nuestras mentes, y que seguirá buscando respuesta.
Lo que intentamos mostrar es que hemos descubierto la importancia de otras razones al lado de lo económico. Pero también que lo económico cuenta. “La quiebra es a corto plazo”, decíamos sobre las cooperativas. Dentro de una organización capitalista, las reglas que mandan son las del mercado, y hay que sobrevivir en ese entorno hostil. Sin embargo, muchas de las dificultades se pueden superar incorporando valores distintos en la población: por ejemplo, la capacidad para el consenso, para ceder en el debate público, para no entorpecer en la toma de decisiones; la conciencia de que una cooperativa aporta a la sociedad grandes beneficios que toda la sociedad podemos devolver comprando sus productos, aunque se encarezca el precio -algo que puede hacerse mediante subvenciones. Los inconvenientes son, por tanto, superables si nos salimos de pautas estrictamente mercantilistas.
Pero es que además participar proporciona ventajas únicas. En ambos casos, facilita la gobernabilidad, la toma de decisiones difíciles en momentos complicados; los ciudadanos no verán que el gobierno les sube los impuestos, pues ellos serían el gobierno. Igual ante una bajada de salarios. Por otro lado, el compromiso se presenta en el siglo XXI como un factor ineludible, pues los seres humanos tienen gran potencial de trabajo, pero este resulta mucho más aprovechable si creen en lo que hacen que si se limitan a cobrar a fin de mes, o a votar cada cuatro años.
Algunas otras cuestiones merecen nuestra atención. Por ejemplo, nos damos cuenta de que en ambos casos, tanto por las cuestiones organizativas como por la intrínseca lentitud de los procesos o etapas a seguir, la clave del éxito es la conciencia de todos los actores involucrados de que el compromiso tendrá que ser a largo plazo. Por una cuestión lógica, la participación de los miembros o de los vecinos, si se lleva a cabo en condiciones de igualdad, requiere mucho tiempo, ya que estos sistemas se basan en asambleas, reuniones y foros en los que se hacen las distintas propuestas y luego se discuten, valoran y votan. La deliberación exige sosiego, silencios, respeto y escuchar al otro. Y por otro lado requiere reflexión, meditación, asimilación. No es recomendable tomar decisiones precipitadas al menos que sean casos de extrema urgencia (y aún así). En muchos casos se trata de construir conjuntamente desde cero un marco para llevar a cabo las propuestas (tanto para montar una fábrica como para los pasos burocráticos de los presupuestos). Y finalmente los frutos de estas acciones anteriores se ven pasado un tiempo, no se trata de beneficios inmediatos y cuantiosos.
Esto contrasta con el panorama actual. La bolsa es el más claro ejemplo de ello, requiere operaciones rápidas y eficaces, no hay tiempo que perder, ya que el tiempo es oro/dinero y por ello cuantas más operaciones exitosas se lleven a cabo en un minuto, una hora o una jornada mejor. Aquí lo que cuenta es la inmediatez de los flujos de dinero. En la economía y en la política de muchas empresas (sobre todo de las multinacionales) cada vez se planifica más a medio y sobre todo a corto plazo. Sólo importan las ganancias en un corto periodo de tiempo y ya no se piensa ni invierte en términos de largo plazo. Este tipo de acciones son las que forjan la empresa irresponsable, que sólo piensa en los beneficios inmediatos sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de sus acciones. También en el ámbito de la política se percibe esta tónica. Cada partido en el poder quiere hacerlo todo en su mandato y si a los cuatro años no está hecho o finalizado el proyecto, se abandona, dado prioridad a otros o sustituyéndolo. Un claro ejemplo es la política educativa en España que en 20 años ha conocido varias reformas y leyes, sin tener en cuenta que precisamente la educación debe ser algo sólido y no que cada partido pueda hacer reformas al respecto según su antojo. La educación es un tema demasiado serio para esas oscilaciones. De ahí que sea tan importante que a la hora de embarcarse en un proyecto participativo, se tenga muy en cuenta, incluso haya una conciencia, de que es una aventura prolongada en el tiempo, que no debe frustrarse a la primera de cambio, porque es un largo camino el que hay que recorrer. Volver a pensar en éstos términos es todo un reto para todos nosotros, tanto como ciudadanos como consumidores y no nos debemos dejar engullir por la vorágine del aquí y ahora. En general se está perdiendo el sosiego y las metas a largo plazo ya que la cultura de consumo rápido requiere eso, inmediatez. De esta forma, esta característica de la participación proporciona una ventaja al sistema, a la vez que dificulta su extensión.
En cualquier caso, el desánimo no debe cundir. El momento que se vive actualmente de crisis económica, de valores y de paradigma en definitiva, es una excelente ventana de oportunidad para este tipo de alternativas, ya que permiten a los ciudadanos y socios estar más cerca de asumir responsabilidades y tomar decisiones con beneficios que les repercuten directamente. El sistema participativo resulta un modelo resistente a la actual crisis económica, de valores y de sistemas, consecuencia toda ella de los despropósitos del sistema capitalista neoliberal. Hemos visto como impera cada día más la deslocalización, con los problemas que ello conlleva, tanto para el trabajador como para la economía local, buscando un supuesto abaratamiento de los costes, no importando las cuestiones sociales ni personales de todos los integrantes del proceso productivo, ni las influencias en el medio ambiente. El trabajador está sometido a un proceso de presión, cautivo de su puesto de trabajo, sin posibilidad ninguna de opinión, y al que en caso de crisis, será el primero en pagar las consecuencias con la perdida de su puesto de trabajo, sin que importe a los empresarios ni a los accionistas su situación y consecuencias, sino simplemente, éstos pensaran en sus ganancias.
De aquí que el sistema participativo, tanto en cooperativas como en el caso de los presupuestos participativos, propugne que la opinión del trabajador o el ciudadano haya que tenerla en cuenta. En el ámbito privado, podrá ser interesante esta opinión para tener un pleno conocimiento de las necesidades y solicitudes de los ciudadanos/consumidores, a fin de tomar decisiones acertadas a la hora de la elección de los productos a fabricar o de los procesos a aplicar. Esta cercanía del trabajador al ciudadano y al consumidor, que en ocasiones se confunden entre sí, deberá incidir en la descentralización de las decisiones; el poder que afecta a muchos o a una colectividad, no puede estar en manos de una persona o una escasa minoría, sino que ha de estar distribuido horizontalmente. Si esta decisión afecta a muchos, y muchos son los que tienen interés en la misma, lo lógico es que sea entre ellos y cuantos más mejor, los que se pongan de acuerdo analizando todos los elementos que sean necesarios para tomar una decisión acertada de acuerdo a los intereses de la mayoría y no solamente que la decisión sea la de ganar dinero, sin tener en cuenta las repercusiones sociales y colectivas de esta decisión, y su posible incidencia en las cuestiones medioambientales que sí que serán importantes para un colectivo que desarrolla su actividad en un ámbito local, y que sufriría sus consecuencias negativas en sus propias carnes.
El desarrollo local de estos instrumentos comportan una serie de ventajas y beneficios no solamente para los ciudadanos y administrados, sino también para el colectivo en general y medio ambiente, y que repercuten positivamente en la convivencia y favorecen las relaciones sociales entre el colectivo. De aquí que se propaguen valores de igualdad y solidaridad, basados en principios democráticos, que facilitarán el sentimiento de comunidad, en contra del desarraigo.
Si el entorno donde vivimos y desarrollamos nuestra actividad cotidiana, queremos conservarlo y mejorarlo, hemos de implementar éste tipo de instrumentos participativos. Nosotros somos los primeros interesados en localizar nuestra actividad laboral y social, y que éstas incidan positivamente en el desarrollo de nuestra colectividad, sin perder de vista nuestro perfeccionamiento individual. Cuando una decisión consensuada entre un colectivo de ciudadanos en beneficio de la colectividad se lleva a efecto, y se ve el resultado positivo, todos sus partícipes se felicitarán por ello. El control que la ciudadanía puede realizar sobre el poder político en decisiones locales que les afectan muy directamente, es del todo positivo para evitar desviaciones interesadas a las que pudiera decantarse el político profesional, bien por intereses personales, económicos, o de promoción individual, sin tener en cuenta el interés general que preconizan las leyes, y defienden los intereses participativos.
El liderazgo participativo puede traer la solución al problema de la fidelización obligada del trabajador a la empresa, muy especialmente por el riesgo de perder el puesto de trabajo, el riesgo de la amenaza del despido que en la actual crisis económica y como estamos viendo, es la preocupación más importante en el contexto social del país. El incremento paulatino y creciente, mes a mes, de las cifras de desempleados, hace que el mundo laboral, sometido al sistema capitalista, no crea ya en él, por no tener asegurado su puesto de trabajo, ni tan siquiera en las grandes compañías que por supuesto, apuestan por la descentralización. Si el trabajador mantiene un compromiso y entrega con su empresa, su proyecto, e incluso, participa con acciones en el mismo, su implicación estará orientada no solo a la supervivencia, sino a la consecución de un producto de calidad que fidelizará al cliente. Por otro lado, los presupuestos participativos están siendo utilizados inteligentemente para resolver la crisis de legitimidad de nuestros sistemas políticos.
Como hemos visto, la competitividad entre los trabajadores de la misma empresa y externos, promovidos por el capitalismo, pueden incidir negativamente en la producción, ya que eliminan el trabajo en grupo y la coordinación entre todos los participantes en el proceso productivo. En lo público, las decisiones tomadas desde arriba serán necesariamente más ignorantes sobre lo que realmente ocurre, y más pobre de ideas. Pero además, tal y como se presenta hoy la política, se generan unos ciudadanos individualistas, incapaces de comprender al adversario político o de ceder.
Es cierto que las decisiones asamblearias pueden no ser el instrumento adecuado para la toma de decisiones: siempre tendrán que elegirse a unos representantes que estudien los asuntos con mayor profundidad, los analicen y los mejoren. Pero, antes de tomar decisiones importantes, hay que informar a la colectividad, que podrá aprobarlos o censurarlos, enriqueciendo considerablemente las decisiones y responsabilizando a quienes la asumen y comparten. Quizás el punto clave no es que la comunidad se plantee absolutamente todo, sino que guarde la posibilidad y legitimidad para poder decir un no rotundo, de tal forma que se eviten secuestros de la voluntad popular como el vivido en nuestro país durante la invasión de Irak.
Así es que no todos van a tomar todas las decisiones, sino que existirán unos escalones intermedios que representarán, asumirán, y defenderán en su nivel, las opiniones y deseos de los ciudadanos que comparten sus problemas en el mismo ámbito local. Estos a su vez, deberán ampliar, enriquecer, fiscalizar y elegir al último comité que representará a todo el colectivo y que como hemos dicho anteriormente, sí que tendrá que velar para que su línea de actuación, que le vendrá dirigida de los órganos inferiores, se adapte a las necesidades sociales y de interés público.
Evidentemente, ante la utilización de la representación para las grandes escalas, aparece el riego de caer en el principio de jefatura y jerarquía, de volver a la tiranía. Esto dependerá de “un estado de ánimo”, pues la libertad se conquista cada día. No es algo que podamos dar desde un marco institucional, sino que los ciudadanos tendrán que luchar por sus espacios de poder. Aparece en esta línea el debate sobre el pluralismo, la entrada en asociaciones que pueden olvidarse de sus miembros, y que además dejan sin representación a aquellos no encuadrados o encuadrados en las asociaciones con menos poder -no siendo este siempre proporcional a su tamaño.
Por desgracia, desde los poderes públicos, se patrocina un tipo de participación ciudadana que tape huecos, que resuelva carencias, pero que no se oiga demasiado. Por ello, cuando planteamos el caso de las cooperativas y los presupuestos participativos lo hacemos porque creemos que las políticas y las decisiones se deben tomar para los colectivos afectados y desde esos mismos colectivos. La lucha por la adquisición de los derechos de los ciudadanos se ha basado fundamentalmente en la búsqueda de libertad y justicia. La búsqueda de la libertad desembocó en la formulación de los derechos humanos, la búsqueda de la igualdad, en un capitalismo de rostro humano arropado por un Estado de Bienestar. Nosotros defendemos que esa lucha no puede detenerse ahí y que, por el contrario, hay que replantear el concepto de ciudadanía.
En este sentido, nos sentimos defraudados por nuestro concepto actual de ciudadanía porque se ha adaptado al de una democracia elitista, de tradición liberal y que además prima la economía por encima de otros campos de la realidad. En este contexto, los ciudadanos son votantes y el núcleo de toma de decisiones se muestra inalterado, puesto que quienes eligen serán siempre una misma oligarquía que tiene escasas intenciones de alterar el sistema pues sus divergencias programáticas son mínimas, y en el que se mantiene la desigualdad siguiendo criterios economicistas. Evidentemente, esto genera una brecha entre los expertos y los votantes, los integrados en el Sistema y los excluidos y es en este sentido en el que hablamos de la situación actual como una buena coyuntura para fomentar la participación; muchas veces, cuando la situación se extrema en un sentido, Newton lleva razón y aparece una reacción opuesta y de igual intensidad.
Existen ejemplos de éxito que han mostrados que el camino es posible, aunque mejorable. Pero en cualquier caso, el desarrollo de la identidad personal y participativa, tanto del trabajador como del ciudadano, es una demanda irrenunciable, y que el resto de opciones no integran de forma tan completa y adecuada como lo hacen los modelos participativos. Es por tanto el momento de avanzar en esa dirección, para disfrutar en comunidad de nuestro ser social, del placer de conducir nuestra vida hacia y con los demás.

EL MÉTODO EN NUESTRO TRABAJO
Como ya hemos dicho, estas páginas no podrían haber sido escritas sin el trabajo en grupo, ni éste es posible sin un método que nos guíe. En este apartado queremos mostrar esa estructura que se esconde detrás de los pasos dados, y también reflexionar sobre nuestros mayores errores y aciertos, nuestras deficiencias y eficiencias. La utilización de un método fue relevante en dos sentidos: el primero, para organizar las reuniones de grupo; el segundo, para ayudar en los pasos de la investigación.

Trabajar en grupo
Trabajar en grupo ha supuesto muchas ventajas para la presente investigación. Para empezar, al compartir en voz alta nuestros avances nos hacíamos conscientes de las ausencias, lagunas y debilidades de nuestros razonamientos, de las cosas que creíamos haber entendido y no era así. Nos hemos aportado materiales distintos, perspectivas distintas, desde el respeto hacia la responsabilidad de cada uno en la parte en la que se especializó; concediendo prestigio al otro como para escucharle y entender la relevancia de sus palabras. También nos hemos dado cuenta de la gran cantidad de información que podemos trabajar entre tantas personas, a la que jamás hubiéramos podido acceder en tan poco tiempo de forma individual.
Hemos querido que sea “cosa de todos”, y esto nos lo hemos repetido hasta la saciedad, porque era necesario que cada uno de nosotros, sintiera que era “su” trabajo, con sus ideas, sus pensamientos, su imaginación y su fantasía creadora, con la dificultad que esto llevaba consigo. Pero además teníamos que sentir cada uno de nosotros como “nuestro” trabajo, lo que se logra a base de poner en común, de ceder, de comentar hasta llegar al acuerdo.
Pero trabajar en grupo no es fácil, y menos si no se quiere llegar a un resultado fragmentario y desconectado. Nosotros a este respecto, encontramos en nosotros mismos algunas deficiencias fruto sobre todo de la falta de tiempo: por un lado porque tardamos mucho en elegir el tema de investigación, pero también por los problemas para compatibilizar horarios. En cualquier caso, en la conversación a veces divagábamos en exceso, resultado del cansancio sobre todo y de la buena relación que entre nosotros iba surgiendo. Para cortar estas dinámicas perversas debería haber actuado la figura del coordinador que, en combinación con el observador, constituyen un método grupal muy conveniente. Sin embargo, aunque al principio de cada reunión marcásemos con buena intención quién se ocuparía de cada función, la falta de costumbre llevaba a la relajación de las figuras y a su inoperancia.
Sin duda, cuando más avanzamos, fue cuando alguno de nosotros - de facto, en lugar de formalmente- asumía el papel de coordinar y nos hacía no perdernos. Así, por ejemplo, el día en el que construimos nuestras hipótesis conseguimos avanzar más que cualquier otro día, de repente. También fue así el día en que redactamos el informe sobre en qué punto nos hallábamos. Seguramente fue así porque gran parte de lo que se decía ya estaba implícito en lo que habíamos comentado en otras reuniones; pero tuvo que ocurrir que uno de nosotros tomara las riendas para obligarnos a hacer síntesis. Por esto nos planteamos si sería útil que el coordinador fuera una persona siempre, al menos para inexpertos. Alguien que se encargase de la parte más administrativa del grupo siempre y mantuviese la memoria grupal viva.
Ese ha sido otro de los problemas del grupo: la memoria. Nos hemos enterado -tarde- de que algunos grupos han creado un blog en el que colgar las conclusiones de cada día. Nosotros lo colgábamos a veces en nuestros blogs personales, y normalmente repasábamos al principio de las clases lo hecho anteriormente; pero no fue suficiente. O al menos eso se deriva del sentimiento de habernos desviado mucho de aquellas hipótesis que vertebraban el trabajo mejor de lo que al final ha resultado al ponerlo todo en común y escribir las conclusiones. Aquellas hipótesis contenían una gran capacidad integradora de nuestros centrífugos temas: hablaban de la rentabilidad de ambas, de los problemas que el aumento de tamaño implica para la participación, de su viabilidad, de sus ventajas para el ser humano como “zoon-politikon”, etc. Y, aunque al final todo está tratado a lo largo de estas páginas, añoramos la sistematicidad y la claridad esquemática que ese día apareció, y que hasta cierto punto reconocemos haber perdido al final.
Quizás ha sido un problema nuestro, pero nos hubiera gustado haber tenido menos tiempo grupal al principio, cuando pasamos muchos momentos muy perdidos, y haber tenido más tiempo para redactar las conclusiones, porque sabemos mucho más de lo que aquí aparece: sólo nos hace falta más posibilidad para contárnoslo todo con detalle, analizarlo y escribir. Por eso nuestras conclusiones comunes sobre la participación no acaban de satisfacernos, aunque sí creemos que hemos realizado un buen trabajo descriptivo, y buenas reflexiones sobre cada parte.

Investigando: los pasos que no seguimos (y los que sí)
En un principio, para elegir el tema, el método utilizado fue la tormenta de ideas: soltar temas interesantes -sobre los que reflexionábamos todos un momento- de forma caótica y desordenada. Todo aquello que nos interesaba y nos llamaba la atención. De entre esas ideas, quedaron dos: cooperativas y presupuestos participativos. Y ahí nos estancaríamos, porque cada uno levantaba verdaderas pasiones. La situación se volvió interesante por cómo desarrollamos nuestras habilidades para argumentar, debatir, incluso persuadir, generando “bandos”.
Quienes apoyaban cada tema iban trayendo bibliografía interesante sobre ellos, mostrando el potencial que tenían para descubrir, o cuánto se merecían ser apoyadas. Sin darnos cuenta, ahí fue germinando un discurso común: todos buscábamos una alternativa a la globalización neoliberal que nos asfixia, y también a las ideologías con soluciones finales y estados omnipotentes que nunca terminan de desaparecer sino que, más bien, crecen engullendo a sus gentes. Estábamos tan encerrados en el conflicto que no vimos nuestros puntos de unión hasta que el profesor Carballo nos lo mostró. “Pues haced los dos”, nos dijo. “Claro, si estáis todos hablando de la participación”.
Así empezamos a trabajar. La división del trabajo no resultó difícil: Marisol y Pedro se centraron en las cooperativas, de las que creíamos haber encontrado un buen ejemplo empírico en una pequeña franquicia que había quebrado. Eloísa y Agoney, de los presupuestos participativos. Maite, por su parte, inquieta como es, contribuyó a todas las partes, aunque al final se encargara principalmente de trabajar la información sobre Mondragón. Más adelante, cuando se nos pidió estructurarnos para la exposición, decidimos que la mitad se encargaran de la parte más descriptiva, de los casos, mientras los otros dos -alimentados con los datos recogidos por los anteriores y con la bibliografía más analítica- se dedicaban a deducir afirmaciones relevantes para el subtema y el tema en común. Si lo expresamos en un esquema, se vería de esta forma:

Cooperativas
Presupuestos
Estudio de los casos
Marisol / Maite
Agoney
Análisis y reflexión
Pedro
Eloísa

El ejemplo empírico resultó un fracaso, pues en realidad la trabajadora que nos informó parece ser que no sabía lo que es una cooperativa, y no hizo sino distraernos y frustrarnos. Quizás por este fracaso nos quedamos tanto en lo teórico, otro de los fallos que vemos a nuestro propio trabajo. Es cierto que analizamos dos casos -Mondragón/Eroski y Porto Alegre-, pero todos a través de datos secundarios. Además, en principio queríamos analizar más casos (dos para cada subtema) pero el tiempo se echó encima, y la organización falló, pues parte del trabajo realizado durante algún tiempo fue redundante. Sin duda, otro resultado de no llevar una buena memoria del grupo.
Trabajar con fuentes secundarias en todo caso no ha sido algo fácil. Mírese el ejemplo por la parte de cooperativas: Los que defendíamos ese tema veíamos a éstas como elementos marginales de la economía, y por tanto pensábamos que se trataba de un tema sobre el que habría poca información, y novedoso para nosotros puesto que no lo habíamos abordado nunca en la carrera. Sabíamos, aunque no recordábamos, que el anarquismo había generado mucha reflexión; sin embargo, a nosotros nos interesaba el estado actual del tema, ver sus posibilidades como alternativa a esta globalización. Con la revisión bibliográfica, en la que diferentes personas han encontrado libros y artículos diferentes, nos hemos topado con mucha información repetitiva, vacía de contenido “duro”, de estadísticas, de datos que pudieran arrojar alguna luz sobre la relevancia, eficiencia, rentabilidad de las empresas que deciden apostar por el camino cooperativo. Hasta que accedimos a revistas especializadas y a la prensa no nos sentíamos capaces de dar ninguna conclusión, pues todo eran buenas palabras, pero poco análisis -o muy enrevesado- sobre las posibilidades reales de una cooperativa. Por tanto, fue un trabajo muy arduo, aunque nos parece que fructífero.
Visto desde ahora, nos damos cuenta de que no hemos seguido un esquema de trabajo puramente inductivo. Pese a las lecturas que nos proponían la observación como base, siguiendo el esquema “observación - hipótesis – comprobación -modificación de la teoría” (LECTURA 5: Manual de Economía Política, G. Longo, pp25-40), nuestro trabajo se ha movido de forma independiente; no sabemos si mejor o peor, pero sin duda muy interesante. Hemos seguido básicamente un método descriptivo, siendo los estudios de casos el fundamento de nuestras posteriores investigaciones teóricas y del análisis de cada uno de los apartados. Pero el análisis ha sido completado siguiendo un método deductivo, partiendo de la revisión bibliográfica, y complementado con los datos que la investigación empírica ha arrojado.
Así es que más bien unos han trabajado de forma inductiva, mientras otros de forma deductiva, encontrándonos por el camino. Hemos especializado estas funciones, que se compaginaban mediante el diálogo. Nos reuníamos para cada subtema de forma regular, y ahí los datos fluían en una dirección descendente (según el anterior esquema de trabajo), mientras las teorías que podían explicar los datos circulaban de forma ascendente. Unos contaban los ejemplos, lo que se decía sobre ellos, mientras los otros se encargaron de analizar la teoría, de recopilar las conclusiones de aquellos mucho más sabios que nosotros, que han dedicado su trayectoria académica a estos temas y tienen conclusiones generales sobre los temas. Por eso, al reunirnos todos al final, cada parte había construido un discurso -quizás no sobre todos, pero- sobre muchos de los asuntos que se tratan.
Nos parece que esta distribución del trabajo es muy realista, muy coherente con la forma en la que se genera el conocimiento, en la constante combinación de datos y teorías. Este es uno de los logros, hasta cierto punto original, de los que creemos poder presumir al finalizar la presente investigación. En cualquier caso, como hemos dicho, estamos seguros de que podemos hacerlo mejor; de que podríamos haberlo hecho mejor. Pero también de que todos estos errores nos servirán para no repetirlos -o algunos, para repetirlos moderadamente, como el placer de divagar. En definitiva: no nos parece tan importante lo que presentamos aquí, que evidentemente no es digno de publicación, como el aprendizaje que nos llevamos, pues es algo que nadie jamás podrá quitarnos.



BIBLIOGRAFÍA

Cooperativas
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Laville, Jean-Louis; García Jané, Jordi, Crisis capitalista y economía solidaria: una economía que emerge como alternativa real, Editorial Icaria, Barcelona, 2009.
Paz Canalejo, Narciso, La sociedad cooperativa ante el reto de los mercados actuales, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2002
Sanagustín Fons, M. Victoria; Gómez Bahillo, Carlos; Lucas Marín, Antonio, La participación en las organizaciones: un desafío para el nuevo milenio, Egido Editorial, Zaragoza, 2001. Colaboradores referenciados:
Garmendía, José A., Cultura corporativa, participación y resultados económicos
Veira Veira, José Luis, La cultura del trabajo en las organizaciones del nuevo milenio
García Ruiz, Pablo, Nuevas profesiones, nuevas formas organizativas y participación


Presupuestos Participativos
Ganuza Fernández, Ernesto y Álvarez de Sotomayor (coord.), Democracia y presupuestos participativos, Icaria, Barcelona, 2003.
Chávez, Daniel, Hacia la participación pasteurizada en Recio, Joaquín y Flack, Andrés (coord.), Presupuestos Participativos: nuevos territorios, Atrapasueños Editorial y Oficina de Cooperación Internacional y Derechos Humanos, Málaga, 2008.
De Sousa Santos, Boaventura: Dos democracias, dos legalidades: el presupuesto participativo en Porto Alegre, Brasil, en Rodríguez Garavito, C. A. (aut.): El derecho y la globalización desde abajo. Anthropos Editorial, 2007.
Gómez Castañeda, Juan y Mitxelena Camiruaga, Hacienda Pública, una introducción (reprografía de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología)



[1] Organización científica del trabajo.

[2] Robinson, Joan, “Freedom and Necessity”, citado en Mientras Tanto 39. 1989-90.

[3]
Recogido en Crisis capitalista y economía solidaria. (p. 145) julio 2009

[4]
Informe de síntesis sobre la economía social en España, en el año 2000, Dir. José Barea Tejeiro y José Luis Monzón Campos, CIRIEC-Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

[5] Definición de la Alianza Cooperativa Internacional

[6] Datos del Instituto de Derecho Cooperativo y Economía Social de la Universidad del País Vasco, La economía social y el País Vasco.
[7] Estrategias. De la visión a la acción. Juan Carrión Maroto.
[8] htpp://www.mondragon-corporación.com
[9] NOTA DE GRUPO: Esta cuestión ha sido harto discutida en el seno del grupo. Mientras algunos considerábamos que este nuevo criterio era excluyente con el fracaso empresarial, algunos argumentábamos que cualquier construcción humana está abocada a ser tan solo un intento de acierto; nunca podrá asegurar su éxito. Esta postura, en realidad de carácter ontológico, postula que el hombre no es ni puede ser omnipotente y que la realidad puede ser terca en recordárnoslo.
[10] En el centro se representa la EDUCACIÓN, por ser el principio más transversal que alimenta y se alimenta de todos los demás, y la SOBERANÍA DEL TRABAJO, que se arropa con los otros cinco principios que tienen un carácter interno a la propia cooperativa. En el aro externo, se representan los tres principios que tienen relación con la actuación de la Cooperativa hacia el exterior.

[11] htpp://www.mondragon-corporacion.com
[12] Revista Temas para el debate. Abril 2007
[13] htpp://www.mondragon-corporacion.com
[14] Consultado en http://www.elpais.com/articulo/economia/Eroski/convierte/mayor/empresa/cooperativa/mundo/elpepueco/20090118elpepueco_1/Tes
[15] Consultado en http://www2.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2008/04/02/economia/euskadi/d02eus43.980355.php
[16] NOTA DE GRUPO: Pese a que hemos revisado esta información entre todos persistentemente y consultado las definiciones en varias fuentes, sentimos que no hemos llegado a comprender del todo las implicaciones de este cambio en la estructura. ¿Qué grado de libertad tienen los recién llegados? ¿Cómo piensan mantener el poder desde la cooperativa matriz si, como dice el artículo de El País mencionado en la nota 22, “Los socios trabajadores de las cooperativas mixtas supondrán dos tercios de la representación de la asamblea de Eroski, el equivalente a la junta de accionistas en una sociedad anónima”?

[17] Consultado en http://www.elpais.com/articulo/empresas/sectores/Eroski/50500/duenos/elpepueconeg/20081207elpnegemp_10/Tes

[18] Consultado en http://www.expansion.com/2009/12/22/opinion/1261516189.htmlon.es&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es
[19] Ibídem
[20] Francisco Javier Sanz Santaolalla director de elkarlan, sociedad para la promoción de cooperativas. En “Noticias de Navarra” 28 de octubre 2009.